Llegamos cuando amanecía ante la hostilidad
de quienes ignoraban porqué volvimos
Hablaron de una enfermedad mal curada
de un violento huracán ayudado
por los dioses extraños de la lejanía
Y entre todas esas voces
una hermosa y altísima que nos dice
Hemos llegado

***
Detrás de la apariencia los sueños que no soñamos aún
El frío acaba de mostrar su pendón blanco
y hay un árbol
—aquel que florecía junto al muro que salvaremos
para salvarnos del cielo y de la tierra—
El bosque nos espera
En su vientre verdoso y descansado
hay un pañuelo que nos mira que nos llama

***
El remordimiento nos consagró
no desgarrarnos a medias morir también el día
no cerrar los ojos ante recuerdos deslumbrantes
ante la presencia vital de la sombra que nos
persigue desde el vientre angelical del soplo

En el principio de lo que creímos el principio
alguien habló de los pies descalzos
y empezamos a vivir con los vientos del mundo
que llevaron la noticia al horizonte de los otros cielos


***
Llegó la tarde con su tumulto de ruidos
ante sonrientes caras
El tiempo se detuvo en luz furtiva de luciérnagas
y retornarnos a imposibles
a descalabros del corazón hundido en la nostalgia
a infancia de antepasados y selva y barro
a señas que nos identifiquen antes de la aventura
Nuestros abuelos no siempre se dijo que ellos no


***
Embestida ruidosa fisuras y recibimiento
Callen todos los que no hayan grabado a la amada
en la vena de su sangre
que el día final nunca les llegue
que la tierra firme
este suelo incansable de temores

Porque angustia y vuelo en el crepúsculo
aguas con días sepultados del universo
Y nada importó desde entonces
había llegado la tormenta la peor


***
Que nadie se atreva a no inventar su mañana
que no la asfixia
las horas de respuestas sin preguntas
que las estaciones cumplan su cometido
que la piel renueve la magia acústica de un nombre
que en los ojos el sonido y la seducción

Impetuosa la tormenta olas que cruzan barcas
redes de engaño y matanza
mientras creemos encontrar al fin una llama
que resurge raíz perdida savia que mantiene

¿Dejaremos el árbol ignorando la sombra
y el cobijo?

Volveremos a escuchar el canto el marfil tenue
delicado de sílabas al juntarse


***
Aprendimos a vivir con la sorpresa
desbocándose al menor gesto desconocido
El asombro vivo en las profundidades
en vano voltearnos a ver
en vano escucharnos y escuchar en la madrugada
náuseas resacas rompiendo silencios cavilaciones

Sabíamos que era el día que tendríamos
que aprender el sueño la constante amenaza del fuego
con un nombre nuevo sembrado en nuestra voluntad


***
Desde años el canto y lluvias aguas que aplastan
equilibrios y se incendian en su grandiosidad
El mundo de la penitencia
deja traslucir límpidos espejos que evitan reflejarse
timón que no logramos orientar

Sólo un miedo impide inclinarse
¿Qué frutos a la boca?
¿Qué amanecer en los labios?
Se desmayan los oídos en el agobio que no cesa
el mundo manifiesta su plegaria el mundo entero

***
Piedras y bolsillos espectros de juventud
las praderas los campos que andaremos los arroyos
y el viento que mueve sus tentáculos todo calla
Calla todo mujer que apareces
trueno relámpago balbuciente
tu cielo que es tormenta en demasía
insomnios detenidos en el minuto que te piensa
y un pájaro posándose en la ventana
el primer pájaro del mundo
Desechamos la trampa el sortilegio para incautos
el camino esta línea de fe que nos conduce


***
No estamos solos no éste es el tiempo de la centella
púrpura que enjuaga tinta con sus dedos calmos
Y estalla en el aire acortando su distancia artera

Rezago que promulga alumbramientos y alumbramientos
agrupados en Su Nombre

Vuelve a la fuente del placer después de ruinas y
desvelos vuelve a la plácida verdad que nos conforta

Un cuerpo en vilo una palabra en cierne despierta el día
despierta la noche y abre sus ojos la gloria agazapada
en el tormento

Pero un asomo el rostro de un asomo sus fauces alimenta
pero la gloria devora los reflejos se mueve el mundo
el tiempo su figura

El sueño crece y la verdad se hermanan

Subterráneos emigrantes de nervios extasiados
aquí el comienzo cómplice tú
y pasión y fuego

Este es el tiempo verdadero el nuestro.


Pueblo Nuevo de San Isidro Labrador

Año de Dios

Calendas la mirada, se editó por primera vez en 1992 en la colección “El ala del tigre”, de la UNAM.

   
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