Daniel Irineo.

Todo lugar

en apariencia absurdo

tropezaba con mi espalda

olor de noche

mal habitada

se confundía en mí

p a r p a d e a n t e

he visto desnudos

arcos ceremoniales

lámparas sin techo

perfumes

hoy desaparecidos

yo que soy inaccesible

a lo sagrado

contracción

infinita de geometría

inocencia perseguida

toda tarde

decidí perder palabra

g l p

a o e

hacia

el

a

b

i

s

m

o




Tu pecho humedece

suspiro de seda

tiza de éter

sin horas días

añeja bendición

cae de tu boca

suelo profesarte

palabras que no percibe la Biblia

carne de mil soledades

peso que

tu cuerpo

devana

en pliegues que duermen

madera y agua turbia

noche en que

dejé inservibles los astros





A Viridiana


La rosa compañera

en el escrito

de tu almohada

llena de noches

sueño

dibujé

tu borde con el color

que emplean los infieles

tu voz estirpe húmeda

me pidió que la besara

pupilas

miran con avidez

arena

casual

desierto que hunde

nuestra pradera

Babilonia

eleática paradoja

repite invierno

en todo círculo

predestinado

a cerrar el más holgado

capricho del hombre




Parezco

noche en ti

llagas interiores

soledad burguesa

fui bautizado

cuando tiempo

me creyó cómplice

no hice sino

reclamar

silencio

al universo




Miedo

distancia inevitable

de la condición humana

piedra

de un cuerpo

acostumbrado

como todos

p a s o s

sílaba lícita

de cada noche

detenida en el insomnio

que padece una palabra

cielo ficción

profunda de muerte



pronunció letra

nos demoró verbo

cántaro de noche

nace herrumbre

alfajor de soles y techo

presente

que es todo momento

lenguaje figuración

del cabalista

infrecuente

vacío de brevedad

escritura

de barro en tu vientre

somos diálogo





sostuvo la imagen

del viento

imprecisa cercanía

paralela en desmesura

a la plegaria

decidida nostalgia

que es hambre

diatriba impostergada

por la elipsis del verbo

distancia líquida

vertida cauce de noche

silenciosa cintilación

manante de luz tramo íntimo

que el hombre figura escéptica

resuelve como arquetipo

periódico

de alguna mano

encarnizada





cada círculo

noche cesa

entre cobijos seculares

azar

que deja universo

con pasibilidad de sueño

calles

que llamamos tiempo

silencio

de baja amplitud

murmurando ceniza

la cosmogonía hombre

buscaba el día

con imprecisa distancia

el culto al porvenir

se hizo eterno

en las ruinas

de esa piedra

siglos fuego

convinieron un instante

de esa ecuación

fue justificado

el celeste

días

ríos de carbón

irresolubles al tacto

su nombre será inimitable

para un mismo proceso

en gramática espina

minuciosa carne

inaugurada como veneración

popular de los arquetipos

que intuye

nuestra aparente perpetuidad






la tierra

es lejanía minuciosa

sostenida entre humedad

cristal luna


madeja de lluvia

despertó inconclusa

cortada por la voz de

húmedo tránsito en el metal

cristal cielo

pausadamente mar

sustancia fugitiva

se precipitaba como

reflexión de una realidad

cristal nieve

la fatiga del reloj

conmemoró desdeñosa

el lánguido redimir del tiempo

cristal agua




Desmantelada vigilia

cada sueño

desanda gotas

orilla de mar

desemboca tierra

de tu mano

cuña de sal

medida

creada

en extensión

de pensamiento

definida

noche

que es guerra y verano

paz y hambre

palabra

como adverbio

más débil

en la bifurcación

discontinua

del tiempo


   
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