caracoles huérfanos

Beso ambas páginas:

el libro
tu cara.

En tus parpados,

en la línea que se ahoga en el pliegue del horizonte,

donde se unen las nubes de fulgor enrojecidas.

Tu risa,
entre las dos páginas:
tu risa,

su soplo,
su ráfaga,
su murmullo,

que revienta en todos los dientes
desde el borde de la copa,

por el cauce de la tinta

y corre

y corre

la lagrima tinta


***
Aquí estoy y aquí
me he quedado

estoy donde nada
se de mis brazos,

de mí,

que quedé como el árbol
que canta.

Con el ave en sus pulmones,

el plumaje de su copa,

el hueco en un estómago que se expande:
canta,

yo sé, canta

con un sollozo
con un sollozo

de mí

***

Es un algo que
suspenso, que mezclado con algo que
disuelto,
con una cucharilla que menea,
que se menea como en una danza
sobre las
rocosas manchas
y arenales.

Es un algo que arremete contra un sauce medio muerto
Con una avalancha,
sin fuerzas
sin peso,

para descubrir el horizonte y a los ojos puestos

ahí


***

I

Tarde agreste
penumbra.
El sueño de las aves en sus nidos
se envuelve y revuelve con sombras.
En sueño de visos sobre el rostro
se miran las alas
se cubren.

Aleteo, murmullo del aire.
Aleteo, leve aleteo
luz que vuelve
vuelo al nido.

II

También rechinan
lazos de metal
la luz toca.

Se pone la luz
se mece.
Movimiento de los brazos
las manos
el aire.

Otra vez, leve aleteo
abrazo de sus ojos

Otra vez penumbra
reposo de su cuerpo.

III

Mi mano se esconde en sus cabellos.
Mi mano en la sombra de su pelo suave
suave pasa.

Se columpian las sombras.
La tarde
los nidos
el sol en las ramas
se mecen.

***

Solo en sueños
tus labios…

Mientras
entre mi lengua y tus blandos rojos
ojos
de caracoles huérfanos.
Oigo
el pasto crecer por tus poros,
tu piel y toda su sombra.

Se desliza tu sed por mis confines.
Mi propia sed te espera
después de mi cuerpo.

Espero a escuchar el pasto nuevo
nacer en la vereda
de polvo puro.

Espero a ver estos brotes doloridos
Temblar a ras de la negrura.

Espero a ver como despiden un vapor agónico
Y despiertan con el tacto del día.

Espero verte a ti
tu sombra en tu luz
distante, calcada
y escuchar un último vagido de pez venido a tierra.



Perse fone
di algo en este bloque de hielo,
habla para mí si tienes voz que desafíe al grito eterno,
canto nemoral se pierde en este bosque,
¿Te das cuenta? Los árboles son de piedra.
Los he labrado para que te escuchen
y respiren contigo en esta aguda quietud
Aliento casi nulo, aplastado por el frío,
suficiente para mantenerte despierta en el letargo
y sientas el frío sin temblar, colado en tus tejidos ateridos,
Tu respirar, colgado, tu garganta oprimida por una soga noble.
Asfixiado tu timbre melodioso. Un solo soplo cálido
Exhalación con nombre de pájaro diurno.
Canta
pía dormida la mañana.
Sumida en la niebla, la vida tiene un nido diferente.
Adoras al palacio de la muerte más que al Sol
estudiando sus muros perfectos, te fascinas,
más ausente que una estrella,
parpadea. Kay
persigo tus ojos,
tus párpados paños enternecidos
hermanos protectores,
aliados blancos veladores de tu sueño milagroso.
Me traiciona pensar que son tus ojos, entreabiertos,
brillando tenuemente al borde de sus cobijas blancas,
como la orilla de un océano cubierto,
o el último segundo del ocaso.
Tus ojos son hijos, sin padres pero hijos,
porvenir de mi mirada sudando de ardor rotundo,
codicia, poseerlos cual diamantes,
solo soy nodriza de tu vista,
guardando inmóvil, muriendo de víspera perpetua.
Tus ojos son grises
Retan a los tonos vivos, y a los muertos
Transparentes aves desbordando en tu cuerpo fértil,
ahora mudo, invernando tus caricias febriles,
cubiertas por escarcha.
Lo hace relucir cual porcelana,
de un modo mas hermoso y silencioso que la noche.
Adolorido,
hasta la profundidad más consolada de tus tallos.
Mariposa agonizando son tus labios,
puertas de la niebla
me siguen callando.
Eres una vela sigilosa, un ápice encendido, un último pétalo,
línea por decirse al final de un libro.
La página flota
Cae.
Dime entonces única cosa, costado de luna.
Desmiente mis preguntas que se esfuman raspando el suelo,
Dile a mi único sentir diluido de dudar,
Dime,
Di, alma mía,
Si estas muerta.

**
...despertar ocasos, rutas del EstE tejido roto,
Roto de la inocencia estrechada,
entre tres paredes estrechada,
suspendida,
roces brillosos de sombras
¿qué luz resplandor marchito en la penumbra?
¿qué ojos los míos de papel tan escrito?
¿qué son ahora los pasos callados de polvo desnudo en el viento?,
viento de fruta perfume macizo,
quieta, quieto instante de sombritas haladas,
rito de roces,
caricias de sombras,
de la sombra,
clavar los ojos en la sombra
ahora esquina entre abierta que suena tan tenue
temblando en la sal del sol
negro

***

Me asusta la mirada de tu sangre
contraída
sangre tuya
sangre mía
tentarte tiemblo para no ser ruido
para ser tu música mas callada
toco y muero
descubro las heridas de quien somos dos
sangre
mía
sangre
sangré
nace cada palabra el parto de tu voz
para comerse el verso que te tragas
una
sola
letra

****
si pinto tu fantasma marioneta
si te callo me destilas
entre
cortinas rojas, entre la lluvia que derrama el sol
entre mis manos sujetas alas de tu paloma encadenada
entre un bostezo liviano para callar conversamente
lo que me dices

*****

el agua tan clara y tan sorda
los golpes salados
de la marea revuelta de mi pensamiento
rompen en luz en mis ojos entre
abiertos
surcados por mundos difusos que tientan mi silueta irritada
y me borran la risa
en siesta

cara

angulosa pared de tierra viva
paisaje, superficie
líneas que viajan en curvas y rectas
bordes y crestas
cara de arena que tientas y emanas con tibio
moverse
tu mundo atravesado por inquietas crines que trotan en
ti
cara chocando tu sangre caliente al mundo
y gravándolo con tus
tuyas
ventanas mojadas
mojadas de luz, de luz bebida, movida
moviéndose súbitamente
y girando
girando como ave de cielo
de cielo rojo teñido
mojado de campo y de campo y de pelo
que brota y huele de ti

cara

Dánivir Kent
Guadalajara; Jalisco 1987

Ha participado en los Talleres literarios con Gilberto Domínguez, Karla Sandomingo, Erica Ramírez, Raúl Torres, María Mancera, Agustín Goenaga, Eduardo Milán,, Gabriel Gómez, José Israel Carranza y León Plasencia Ñol.

Publicaciones en las revistas Luvina 2 (1996), Signaturas 4(Marzo/Junio2003), 6(Febrero/Marzo2004), Reverso (2003) y www.elcalamo.com.

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