LA APUESTA

(fragmentos)


Dora Moro

Me obligo y hurgo en la memoria

para no perder el gobierno del recuerdo.

Herrumbrado como de por sí, todo hecho una osamenta,

acicalándome lo cobre noche adentro

la maleza de mi juicio sufre heridas

me queda claro el momento del duelo.

Saco a luces trampa y llaga

para no arder en el olvido.


Surgió la apuesta

sobre el terreno de los desórdenes,

vorazmente de rencor guardado,

de reflejo espejo tentación brillante

musiquita del purgatorio arrastrada

golpeó en la oportunidad,

en lo mortal,

en el lote baldío de un renacimiento.

Me surgió de a queso

de a revólver

a ver quién se avienta primero.

No encontraba el momento del gallo gallina

de la media vuelta.

La gente ardía candelaria,

me tronaba botellas en el cráneo

y ni con quién apostarle,

ni un valiente de ruletita rusa

me quedé parado, ahí,

en medio de un siglo,

contando el parke, frustrada la maniobra.

Pregunté por el adversario

algo me dijo:

eres hombre muerto.


Por otra carretera busco revuelta o lanza.

Me ganas,

de a dos por tres nos subimos a la fortuna.


Y eres mesa abierta

ganas de apostar en ella

de clausurarme la libertad por si el vuelo equivocado,

por si brota tu nombre en mis ojos y funda un reino en mi carácter.

Mezclas lo que soy

y lo que no puedo ser

me bates,

al instante logras escultura.

No aguanto el hilo que sostiene mi estado

estado de brida-d

que me roba la morada.

Como siempre el saqueo,

el allanamiento demorada

llegando tarde

¿por qué no antes?

¿Por qué no, cuando preguntaba por alguna vocación de cuenco?

cuando no sabía de mí lo que ahora asumo,

ni de tus manos de fichera

y mi suerte se fermentaba o renacía.


Grillo bajo la cama

polvo que ni el salbutamol

cuchillo de palo y de jarabe los dedos.


Me quedo.

No sé quien la bella, ni la bestia,

me apago de a poco rinconcito escarlata

a comprender que la duda, la sed, la mentada de madre,

son espejos del pasado, custodian las ganas,

quién sabe por qué cosa o por qué mala jugada,

por mala suerte o buen tino.


Y luego un buche de tinto

el grito a la mamá chiquita

esa que viene y acaricia lo rojo.

Como de buena cepa callarse

como de buena cuna las niñas no abren las piernas.


¿Seguimos jugando?


¿Para qué apuestas si siempre pierdes?

Apuesto a perderte, es la única forma de ganar.

Dora Moro
nació en Guadalajara en 1969. Es autora de los libros La Apuesta editado por Alforja en la ciudad de México y Por si la recua, ed. Zonámbula-Guadalajara. Sus artículos y poemas han aparecido en Tierra Adentro, El Subterráneo, La voz de la Esfinge, Letras de Michoacán, en el Foro Multidisciplinario de la Universidad Intercontinental, Alforja virtual y otras. Ha impartido neciamente cursos y talleres desde 1993 en distintas universidades, en la SOGEM y en foros independientes. Pertenece a la Red Autónoma de Talleres Literarios A.C. Viajera obstinada a festivales dentro del país y en el extranjero, perpetrando lecturas y performances para hacer circular la poesía. Actualmente también se ocupa de un proyecto llamado Teoría de la Poesía Fractal. Su hipótesis del suicidio como método seguro de publicación sigue en veremos.

   
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