LA APUESTA
(fragmentos)
Me obligo y hurgo en la memoria
para no perder el gobierno del recuerdo. Herrumbrado como de por sí, todo hecho una osamenta, acicalándome lo cobre noche adentro la maleza de mi juicio sufre heridas me queda claro el momento del duelo. Saco a luces trampa y llaga para no arder en el olvido. Surgió la apuesta sobre el terreno de los desórdenes, vorazmente de rencor guardado, de reflejo espejo tentación brillante musiquita del purgatorio arrastrada golpeó en la oportunidad, en lo mortal, en el lote baldío de un renacimiento. Me surgió de a queso de a revólver a ver quién se avienta primero. No encontraba el momento del gallo gallina de la media vuelta. La gente ardía candelaria, me tronaba botellas en el cráneo y ni con quién apostarle, ni un valiente de ruletita rusa me quedé parado, ahí, en medio de un siglo, contando el parke, frustrada la maniobra. Pregunté por el adversario algo me dijo: eres hombre muerto. Por otra carretera busco revuelta o lanza. Me ganas, de a dos por tres nos subimos a la fortuna. Y eres mesa abierta ganas de apostar en ella de clausurarme la libertad por si el vuelo equivocado, por si brota tu nombre en mis ojos y funda un reino en mi carácter. Mezclas lo que soy y lo que no puedo ser me bates, al instante logras escultura. No aguanto el hilo que sostiene mi estado estado de brida-d que me roba la morada. Como siempre el saqueo, el allanamiento demorada llegando tarde ¿por qué no antes? ¿Por qué no, cuando preguntaba por alguna vocación de cuenco? cuando no sabía de mí lo que ahora asumo, ni de tus manos de fichera y mi suerte se fermentaba o renacía. Grillo bajo la cama polvo que ni el salbutamol cuchillo de palo y de jarabe los dedos. Me quedo. No sé quien la bella, ni la bestia, me apago de a poco rinconcito escarlata a comprender que la duda, la sed, la mentada de madre, son espejos del pasado, custodian las ganas, quién sabe por qué cosa o por qué mala jugada, por mala suerte o buen tino. Y luego un buche de tinto el grito a la mamá chiquita esa que viene y acaricia lo rojo. Como de buena cepa callarse como de buena cuna las niñas no abren las piernas. ¿Seguimos jugando? ¿Para qué apuestas si siempre pierdes? Apuesto a perderte, es la única forma de ganar. |
Dora Moro |
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