PRISIÓN ESCUELA ESMERALDA
Así expiraron los nacidos: los muros
del mar se suspendían frente a ellos
como los paisajes sobre sus alientos
Y Chile entero se miró atravesando el océano como si una
muchedumbre lo hubiera cargado desde su muerte hasta
tenderlo sobre los paisajes que el cielo nos suspendió
en los alientos aéreos silbantes cruzando las mareas
Y entonces se oyó el aliento de los paisajes
Huracanados atravesando el maderaje como
los hálitos
Y se vio el cielo y la punta del cielo era como
una enmaderada quilla horadando el horizonte
Cuando los mismos horizontes se iban partiendo al mirar
esas barracas elevarse por un momento sobre las olas hasta
caer de nuevo entre ellas igual que un sueño que vuelve
instantáneo relampagueando en esas lejanías
Y se abrió el mar y la isla de estacas de Chile
gimió en el vientre del mar
Y todos los cielos se aguzaron para abajo como
una proa como una empalada fauce hendiendo
las aguas
Y el universo entero silbó en el precipicio del
océano solitario como una estrella descendida
entre los muertos
Cuando desde los acantilados se vislumbró el cielo y el
garfio del cielo era el primer espolón que los difuntos
contemplaron sobre la playa desnudos carcomidos de
sal mientras todo Chile se iba cruzando con esas tablas
y las tablas con el derrumbado universo de estos paisajes
como un océano final descendiendo sobre sus alientos
PRISIÓN CARGUERO MAIPO
-El clavado cielo-
El inmenso Pacífico sonaba como
si quisiera decir algo mientras
que abajo, amontonados en la
bodega del carguero Maipo, yo
abrazaba el dolor de un otro y
aún me parecía sentir los pájaros
sobrevolar la playa. Sí, yo vi
al otro en las rocas y la arena
muerta caía sobre ellas como
tus ojos jamás vistos tapándolas
Y así empezó el Purgatorio de Chile entrando los ríos
parecían cadenas golpeando esas estibas
Tumultuosos como cuerdas que penetraran tirándonos
por el paso del mar largos abandonando el viejo cielo
tras ellos
Cuando todo el frente de nuestra muerte entró en el
océano igual que un continente arrastrándonos a las
atormentadas aguas Fueron las corrientes golpeando las
empalizadas las tablas muertas de Chile dicen los caídos
rompiéndose Te vimos y te cargamos replican los ríos
entrando en el Pacifico anudados ciegos tapándonos
PRISIÓN CARGUERO LEBU
-Como rompientes astilladas-
Cristo Rey, recuerdo que era algo
así arriba la escotilla dejaba
ver el primer morado del cielo y
alguien maldecía el ronroneo de
los generadores. Adentro, otros
cuerpos; nubes de carne tiradas
como sacos. Afuera el nombre
del barco recostado contra el alba
OSTENDE NOBIS DOMINE
MISERICORDIAM TUAM
Afuera:
Todo el océano nuestro vaciándose
Y el Pacífico parecía gritar abriéndose y los peces se
amontonaban como cerros resecos
Y los ríos cordilleras y vendavales gemían mientras
el amanecer los iba pariendo para adentro como en
un naufragio chupándolos
Cuando todos gritamos mirando la nueva mañana
alzarse en el fondo de las rompientes alumbrándonos
por un minuto el luto de las olas del cielo tirándose
mar abajo hasta caer sobre los vigámenes que el país
nuestro levantó astillado de amor como si el último
sueño hubiese caído haciéndonos polvo en esas rocas
PRISIÓN BUQUE HUÁSCAR
Esos eran los hoyos del mar: montes
y témpanos se abrían ante nosotros
igual que islas que se abrazaran
Entonces así igual que campamentos flanqueadas de mar
emergieron las vistas como si ya las hubiéramos soñado
hasta quemarnos de dolor los ojos cubiertas de alambres
empalizadas sesgándonos contra sus afiladas estacas
Y eran empalizadas las montañas y sólo tablas
los desiertos
Así se montaron los Andes y eran el hueco entre
sus listones la nieve
Y esos eran los vacíos del horizonte cavándose
como las huecas montañas en los maderos
Porque donde antes se levantaron las cordilleras ahora
sólo se abrían los huecos de toda esta vida decantándose
hasta mostrarnos el espejismo que la muerte tendió sobre
esos tablones allá donde sólo fue un viento este mundo
y nosotros el ardor que lo tocaba vacíos despidiéndonos
Y se ahuecaron los cielos y fue un viento esta
vida
Y las islas se levantaron en el medio del mar
y sus tablas subían
Y el maderamen de Chile crujió emergiendo como
un cetáceo desde las pesadas olas
Cuando la orca de este mundo se empinó igual que un
barco varado entre los roqueríos y era ella las cordilleras
el grito humano los ventisqueros y témpanos flotando
en el viento mientras el océano se iba vaciando y nosotros
lo seguíamos de pie transparentes acabados mirando
todas estas vistas abrirse como rotas islas que se abrazaran
PRISIÓN ISLA QUIRIQUINA
-Los últimos andamiajes-
Allí bajamos entonces; adelante
todo Chile se inclinaba como una
proa hundiéndose en las olas
Y lentamente como una ola que cae empezaron a darse
vuelta los enmurallados paisajes
Hacia adelante cuando las cordilleras se clavaron en el
mar y los nevados se doblaron como cabezas bajo el yugo
estremecidos rindiéndose al peso de las aguas
Cargando las culpas que nos dejaron exangües viendo la
acuartelada patria que se tendía clavada entre las murallas
del océano y eran los torrentes de nuestro llanto los ríos
golpeándola
Y entonces como si el horizonte se viniera se vieron
los andamiajes de Chile izarse por última vez mientras
las costas las rocas los clavados muros empezaban a
ceder como si el oleaje fueran los remordimientos y la
culpa todo el tablerío que caía estrepitoso quebrado
recortando por un minuto nuestros cuerpos como una
cruz que se inclina en el mar fulgurante hundiéndose
PRISIÓN PUCHUNCAVÍ
-Las estacas de las aguas-
Así nos barrió el amor, decíamos, y
los brazos se nos iban rompiendo
como jirones entre esos maderos
Todo cuanto vive se dio vuelta así entre las separadas
aguas
Paradas mientras los maderones de la costa se abrían
partiéndose contra las rompientes y las cordilleras se
hinchaban flameando
Donde cayendo todos los paisajes se vieron por última
vez flamear en las estacas del horizonte como si nunca
hubieran sido sino los restos de un país que nos borró
como un hálito como un aire entre las hojas
Y donde aliento tras aliento todos fuimos cubriendo el
entablado horizonte como si esta vida no hubiera sido
más que un velamen ondeando de estaca a estaca hasta
vernos las praderas el aire los cuerpos besándose a
sí mismos como mares como paisajes en el viento
Así vivimos y era toda la patria los carcomidos cielos
dada vuelta cayendo hecha jirones en las palizadas
PRISIÓN CAURTELES VILLA BAVIERA
-Como escombros de olas-
Y arriba los muros del océano se
iban curvando
como si fueran árboles amputados
Como un grito la muchedumbre se iba perdiendo en la
marejada
Y era el torrente de los caídos recortándose frente a las
costas de esas tablas abruptas americanas como
una fila de escombros apretándose entre las olas
Mientras el océano parecía doblarse encima del techo de
los nevados y la multitud se pegaba a ellos como se pega
el viento a las mutiladas aguas Sí así pasó el corazón
de este mundo y nosotros llorábamos mirando
Cuando igual que árboles marchando entre las olas los
muertos se vieron palpando los primeros andamios de
la costa como si ellos fueran ahora los maderos de su
amor y quedaran así prendidos de nuevo al corazón
a los paisajes que dejaron Y hasta las mismas tablas
lloraban al sentir caer sobre ellas el torrente que las
arrebataba cubriéndolas mirándolas como si sus
hijos las abrazaran besándoles los amputados brazos
PRISIÓN PISAGUA
-El confín de los paleríos-
Y los paisajes se daban vuelta
como las cataratas
Y sus cuerpos pasaban gritando
entre las sordas aguas
Y el cielo se hundía recortando
el final de esos paleríos
Y el viaje de la muerte fue entonces apenas un aliento
cruzando las tablas
Soplando el chorro de los recuerdos que dibujaban los
últimos barracones así como ballenas arrastrándose
en el océano
En la vulva del mar nuestro mientras los ríos seguían
remontando el confín de esas vistas que se aferraban
unas con otras machihembrados igual que los garfios
de las playas clavados en las cordilleras
Igual que la vida adherida a la muerte que nos mostró el
océano rajándose y eran nuestros cuerpos buscando la
nueva orilla el viento que todavía habla pegándose a
los labios de las perforadas aguas Son los labios de
vuestras carnes pegadas de la muerte del silencio
del frío que toca las mañanas gritaban los cielos en
pena magníficos fatales hundiéndose en el Pacífico
LAS PLAYAS ASESINADAS
-Tus brazos cayendo-
Porque se sombrearon los aires
que te rodearon
Porque se rompieron las nieves
y se hincharon tus ríos
Porque se desplomó el Pacífico
y eran tus brazos cayendo
Y entonces el infinito gritó abriéndose y era el océano
que se hundía
Dado vuelta penetrando en sus mismas aguas como un
cuerpo que va entrando en su propia alma poco a poco
envolviendo sus espumas
Allá donde el largo tablerío del país que fue nuestro se
volcaba desmoronándose como si todo el dolor como
si todo el infinito lo hubiera arrojado igual que a un
derrumbado barco
Cayendo por los acantilados del Pacífico como si los
muertos empujaran esas tablas y el horizonte fuera
apenas un hueco que el cielo deja en las rompientes
Cuando se nos fueron perdiendo las carnes y era el
cielo el que se perdía rosado de olas gritando que
no se debe matar mientras caían los mandamientos
como un país de espumas sobre las asesinadas playas
Porque se abrió el mar frente
a Chile y las aguas
arrastraron lo que fue de ti
NO MATARÁS, EX. 20, 13
Así se derrumbó la patria: hundidas sus
cumbres marchaban mar adentro y
eran como los mandamientos, cruzando
Así bajamos por el abismo del mar y las cimas de los Andes eran
como los mandamientos precediendo la marcha por el Pacífico
Y los llorosos y los muertos se rompían igual que pedazos de sal
oyendo las cordilleras en las partidas aguas
No matarás no hurtarás no mentirás pero los
que mataste atascaron los cauces
No humillarás pero el pasto de tus humillados
espesó las aguas
No traicionarás ni te venderás y los vendidos
y los traidores amorataban los torrentes y los
ríos se pararon
Cuando las culpas erizaron los bordes de las cordilleras y el
horizonte se encrespó como un lomo sobre el tajo del mar Y
todos nos íbamos doblando entre los paredones de esas olas
huecos de amor mirando marchar las cimas en el océano
Tú me vendiste y las cumbres de los volteados
Andes gritaban culpándonos
Allí me desollaron y el grito seguía gritando
en las encangrejadas costas.
Y nosotros éramos los condenados ojos la boca
los oídos que no sintieron Y los mandamientos
ensordecían atravesando las cortadas aguas
Y entonces como el abismo como el acantilado como el lomo
estrangulado de nuestras culpas todos alcanzamos a ver el
maderamen de Chile derrumbarse entre los murallones del
Pacífico apagado como un antiguo oleaje condenándonos
a morir y a morir sin fin hasta el último viaje de estos sueños
POSTFACIO
Sergio Adrián, Segundo José, Rodolfo y Sergio Miguel Maureira desaparecieron. Carlos Exequiel Ponce, Mireya Rodríguez y Odette Vildósola desaparecieron también desde una reducción de la costa de Chile, en los años que fueron y lloro. Así sea.