Obra Negra
Manuscrito
Las palabras
que nunca llegaron a la última versión
tal vez eran mejores.
Tienen la gracia de las cosas perdidas:
la puerta que no abrimos,
el amor olvidado.
Como flores disecadas
los vocablos encerrados en círculos
o aniquilados por un tachón violento
florecen
cuando es otro el que asoma
a la intimidad del texto
y descubre no el poema
sino el alma de atrás:
vacilaciones clandestinas,
ocurrencias podadas en retoño.
Esa caligrafía
un poco descompuesta por los años
algo ilegible
como la voz vecina que escuchamos
a través de un muro,
como mirar las manos del autor
que ya no está.
No sin culpa
el voyeurista de este manuscrito
lo siente palpitar y algo le dice
que ese desorden,
ese jardín con plagas todavía,
hierbas silvestres cubriendo la silueta
de algún árbol final
tiene el encanto de otro paraíso.
Telón
Quien haya espiado por las cerraduras
quien haya andado a gatas bajo la mesa del comedor
quien haya desvestido poco a poco a un ser amado
quien haya quitado la venda de unos ojos
quien haya tapado con la sábana a un muerto
quien haya jugado al escondite atrás de las cortinas
quien haya escuchado tras la puerta una conversación
quien haya escondido una fotografía en un libro
una flor en un cajón
quien haya sido traicionado por sus propias palabras
quien haya recibido una llamada largamente inesperada
quien haya escuchado una declaración de amor
quien haya prendido la luz en medio de la noche
sabe lo que el telón esconde.
Parlamento
*
Memorizar lo que no fue.
Recordar lo que será.
Caen las palabras en el nido enredoso y enredado,
trenzan su soledad, su sinsentido,
trastocan el camino amable del discurso.
Nuevas piedras para las vertientes submarinas,
nuevas vertientes para el flujo de sangre
que desvía su cauce hacia otra vida.
Adentro del actor se cuecen pájaros,
se establecen heridas como puentes
entre la orilla de su bosque interior
y este bosquejo que le pide salir a otra mirada.
Enmedio el mar.
Miente el actor decir lo que no miente
parla otra voz, un eco que no puede
ser otro que su propio grito trastocado.
Miente que parla, porque grita.
Parla que miente porque mientras él cree que miente
una verdad se aloja en su garganta.
Sometido a la química de signos venenosos
el cuerpo se doblega,
dice algo y por decir levanta el brazo
la frase que pronuncia exige el ademán.
Memorizar es incubar el cuerpo,
dictar en clave mustia
lo que espontáneo hubiera sido como si
Como si el alma está, como si el miedo
como si este lenguaje que se pone en la lengua
fuera cierto
como si el otro, el personaje, el muerto,
arrancara en la punta de los dientes.
*
Parla palabra ponte en mi postura
parte mi propia piedra, hazte presagio
de la próxima pretendida personalidad que no poseo,
que puedo poseer porque presiento
pautas parecidas en el profundo parlamento de mi pausa.
Protesta por la partitura
y hazme plural con este pasatiempo.
Pasajero en pasión, en tránsito. Dame el pálpito
para ser pantalla de un pánico profundo.
Parla palabra tu par, tu parlamento.
No lamentes partir mi propia parte en partes,
perjudicar mi pequeñez,
permanecer en mí como penosa perversión.
Parla ponzoña pía por mi palabra,
póstrate en pórticos pretéritos para pujar
lo primordial,
el primitivo puño de mi peso y de mi paso,
y por si fuera poco de mi pozo.
Pasa y permanece.
Parla en la pauta y en la pausa.
Pega mi pensamiento a pesar del percance.
Ponte en por qué a precisar
y a preservar mi primitivo acento.
Hazte proceso, pronto,
pronuncia tu protesta en mi provecho.
Parla palabra pulpa de mi puntual parodia,
de mi profunda pena.
Ensayo
El ensayo transcurre en el pasillo de la academia.
Los salones de clases están llenos.
Sofía y Joaquín representan a Martha y Julio.
Son una pareja que se agrede, se lastima, se odia.
Pasan los estudiantes intermintentemente
con cuadernos y bolsas de papitas.
Para Sofía son árboles que cruzan la ventana
de un tren en movimiento.
Grita Julio, casi patea a Martha.
El director de escena se ríe con su café en la
mano.
Hay clases de francés en el salón vecino:
les dames élégantes qui se promenent sur la rue...
Martha se desespera, tiembla.
Una pareja se detiene en el pasillo,
intercambian cuadernos, se dan un largo beso.
Julio se levanta de la silla (es una cama).
-Y voy a ir, ¿me oyes?
-Pues si vas, no regreses.
Un grupo los escucha y rumora entre sí.
Sofía confunde el parlamento y Joaquín le recuerda:
-Eso es después que yo te digo perra.
El director enciende su cigarro.
Alguien en el baño, le jala al excusado.
-¿Quién eres tú para decirme lo que tengo
que hacer?
-No te soporto.
Unos trabajadores se atraviesan cargando un pizarrón.
La maestra de junto sale y dice:
-¿Podrían pelearse más bajito?
mientras observa el llanto de Martha. |
Carmen Villoro
(México, D.F.1958).
Participó en los talleres de Juan Bañuelos (UNAM,1975),
Vicente Quirarte (INBA,1984,FONCA,1990), y Raúl Renán
(INBA,1984).
Ha publicado los siguientes libros de poesía:
Barcos de papel (Colectivo Por la Piel, UNAM,1986).
Que no se vaya el viento, (UNAM,1990).
Delfín desde un principio, (UAM,1993).
Herida luz, (Hernández y Ramírez Editores,
1995).
El habitante, ( Cal y Arena, 1997)
Jugo de naranja, (Trilce Editores,2000).
Marcador Final, (Universidad Michoacana de San Nicolás
de Hidalgo,2002)
Los libros de cuento infantil:
La media luna, (Conaculta - Editorial Corunda).
Amarina y el viejo pesadilla, (Editorial Norma, 1996).
El ensayo:
El oficio de amar, (Pax México.
Es miembro del Sistema Nacional de Creadores del Consejo Nacional
para la Cultura y las Artes.
Obra negra se publica en el cálamo en agosto
2002
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