El campo concede sus entrañas
pérdida momentánea de movimiento y sensibilidad
Muerte sigilo que desciende en su profanación

En las castañuelas del crótalo
el cadáver de acacias y la sepultura
lebreles en busca de sí mismos
flauta que pierde sus notas en cuerdas anudadas
en la garganta cálamo de hastío
¡Redondas anchas flores blancas y amarillas!

Pero hay nenúfares que se alejan del sitio vasto
nemoroso
extrañamente llorando por el cieno limo robusto
sepulcro de los antiguos
Desde aquí la defunción fallida

Desde el obelisco el grito la vejez de la mentira
la ilusión trastocada en desengaño el ritmo cíclico
de las apariciones las tumbas del nombre de mis vidas
provocadas desde que la memoria se ofusca

La mirada del amor que llega gracias a Él
La mirada del desamor que llega gracias a Él

Todas las criaturas apetecen de su luz
El naufragio que naufraga
es la renuncia que el destino inoportuna

A la jarcia que también busca aparejamos la sentencia venerable


***
Frente a nosotros el ribazo
donde luego exhumamos cuerpos nombres que adoramos
que todos desfilaron enamorados y danzantes

En esta gloria el aliento el cuello blanquecino
la sedosidad que recorrieron mis dedos
perpetuados en el columbario
cuando una voz preguntaba
quién sabrá de estas hazañas apresadas en el clímax


***
Frutos del lentisco aceite para alumbrarnos
de donde vuelve a surgir la vida
amarillenta en primer momento eso es cierto
pero también fluctuante
entre el vacío y la existencia

Cenit en el pináculo
la visión entrecana de un exordio vehemente silencioso
En las tablas cronológicas
leímos la estancia donde vivía y vive el universo
mientras las plantas
—narciso junco oloroso y anémonas claro—
renacían ante címbalos festivos
ante la retama que utilizamos
para congregar los restos esparcidos de los siglos
y la salmodia exaltada en vericuetos

En lugares tristes letárgicos
escuchan las notas munidas de salvación
Y en el crisol experimentos no hay piedra angular

Solos con la mirada del miedo para librarnos ortiga
de tu carne de líquidos irritantes
para ir de la mano
del hierofante que preside en Eleusis
y entonar cantos a Deméter

Solsticios de verano horas de doctrina
paralelas a la plegaria

En escanciador hábil y su suerte

Y una postura de los hornos la correcta
el calor que transmite
en su contacto
las verdades del fuego

Trémula oscilante llama que se incendia en el incendio
en la púrpura perseguida por los antiguos
en el tinte algo morado del molusco

***
La llama ardiendo tu llama ardiendo mis límites

Bebimos el mármol apoteósico festinados en el arrobo
y en los bolsillos piedras para no alejar los pies de
la tierra
porque una voz bramante
conminaba a emprender caminos y retrocediendo

Flor aromática esquizada en verosímiles fantasías
flor que devolvía el cráneo lúgubre
y las veladoras encendidas casi en la parte frontal
del velo que hay que destruir

***
Desde siempre Calcas Testalórida predice el porvenir
de anémonas inmoladas en basamentos guerreros
Y así supimos de la herida sin cicatrizar del hipogeo
de la porción maravillosa
y del ornamento inútil
de los ribetes expandidos en la conciencia que hoy
prescinde de ellos

Franjas oscuras a mitad del camino
ágata de contemplaciones
sardónice apenas dibujada que en el otero nos recuerda
que se abre la piel en la muerte como una conciencia
que se encuentra en los hermanos invisibles en los ángeles

***
Esas manos que permanecieron en la liturgia
los oficios conocidos las fijaciones ocultas

Con ese cuerpo subimos al eucalipto
y desde su altura
nos extasiamos con las regiones pantanosas
y la oración el sagrado poder de gracias
arrebato que contempla eucaristía

Olor negro nada que se invierte
Esquilmamos el todo fruto del orbe

***
Música atmósfera tibia liviana y monocorde
Esos pasos esos primeros pasos
y esa costumbre de morir la vida dentro y
fuera de nuestros cuerpos dueños del ser
Cíngulo
gracia divina
que nos mantiene ceñidos
a esperanzas

La mirada serena del enterrador

Blanca la imagen de Él

***
En el estable escuchamos el vómito de amigos
Revolcándose y delirio y nervios
con un pie en la nada con el otro en el infierno

Llegamos también a bajar esos peldaños
directrices fundadas en un tono desafiante
y el resguardo toldo que cubría los anfiteatros

Entre bambalinas y tramoyas presenciamos el inicio
vedlo que ahí está vedlo ahora corrosivo
mira las hojas del acanto
sus formas largas espiándose de tan rosadas

***
Ascendemos subterráneos y terrosos
emigrantes de nervios que se fundan en tejidos dúctiles
asombrados en repulsa decisiva

Tú cómplice pasión de fuego teofanía
cabellos castaños de hileras tremolantes con visos
unificados de ángeles
Volandas latientes en el pecho pero cómo olvidarte cuándo

Dejamos al margen el utillaje endeble
en el viejo basurero aun llevándolo tal vez

Trece porciones iguales
En un año y un mes de celebraciones el recuento
la realidad sin ambages

   
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