Grenouille vence todos estos obstáculos y sale cada vez victorioso porque simplemente salió con vida. Los fenómenos sociales no son otra cosa más que un fondo que sirve con las tonalidades de su color para crear un escenario ambientado, en el que la garrapata Grenouille puede esperar pacientemente tiempos mejores, mientras que sus facultades olfatorias alcanzan dimensiones inauditas.

Tomando en cuenta las consideraciones que hicimos sobre la importancia del aspecto social en la novela, no sorprende el hecho de que los acontecimientos de la historia de Francia en el siglo XVIII sean tratados de una manera marginal por el autor. Sin embargo, esta mención precaria no tiene nada de superfluo; al contrario, tiene un matiz irónico e incita a la crítica. La casa real francesa, símbolo de dominio oligarca transmitido a través de la historia, nos aparece aquí como una caricatura del absolutismo. La “vida cortesana de Versalles” se reduce a dimensiones minúsculas cuando se menciona en una sola ocasión en el contexto del marqués de la Taillade-Espinasse quien “le había vuelto la espalda a los cuarenta años” (p. 122). La gama de olores espeluznantes que definen la ciudad de París4 envuelven a la pareja real también: “el rey apestaba como una fiera5” y “la reina como una cabra vieja”.

4 los olores repugnantes de París fueron documentados por el historiador Alain Corbin en Pesthauch und Blütenduft. Eine Geschichte des Geruchs, Berlin, Wagenbach, 1984.

5 en la versión española se traduce la palabra “Raubtier” como “animal carnicero (p.7).
Preferí mencionar en el texto mi propia traducción: “fiera”.

Es inevitable observar tanto una ofensa paródica de la corona, como la especificación de una jerarquía de poder, al escoger un animal de rapiña y uno doméstico e inofensivo.

La Guerra de Siete Años (1756-1763), en la que Federico II el Grande extendió sus dominios e inició el auge de Prusia sobre los estados germánicos en detrimento de Austria, no tiene ninguna consecuencia en la vida del personaje. En estos siete años Grenouille se refugia en una cueva en el monte Plombe du Cantal donde ejerce sus poderes omnipotentes y crea su propio mundo interior gobernado por una inmensa variedad de olores. La Guerra de siete años se menciona en el siguiente párrafo:

Durante este tiempo se liberó en el mundo exterior una guerra y, por cierto, una guerra mundial. Se peleó en Silesia y Sajonia, en Hannover y Bélgica, en Bohemia y Pomerania. Las tropas del rey morían en Hesse y en Westfalia, en las Baleares, en la India, en el Mississippi y en Canadá, si no morían antes de tifus durante el viaje. La guerra costó la vida a un millón de seres humanos, al rey de Francia su imperio colonial y a todos los Estados beligerantes tanto dinero que al final, llenos de pesar, decidieron ponerle fin. (p. 117)

Ninguna biografía que se menciona en el libro es tan afectada por los hechos históricos como la de la nodriza Gaillard, esto sin embargo ocurre después de haber vendido a Grenouille en 1747 al curtidor Grimal, y después de abandonar los hechos narrados. En pocas palabras, el autor nos describe el destino de esta mujer con alma petrificada y “muerta interiormente desde niña”.

Su única ambición era no tener la misma muerte denigrante de su marido, quien falleció en el Hôtel-Dieu y fue sepultado en una fosa común, recuerdo que permanecía como experiencia traumática en su memoria. Después de haber asegurado su futuro con dinero y la compra de una casa sucedió

[...] algo con lo que nadie en el mundo habría podido contar y que jamás había sucedido en el país, una revolución, o sea una transformación radical del conjunto de condiciones sociales, morales y trascendentales (p. 29).

Este cambio histórico impetuoso en la vida de la ya anciana Gaillard, merma poco a poco su fortuna, convierte primero las monedas de oro en billetes de papel sin valor, la obliga a vender su casa y cuando todas las reservas se esfumaron, acaba allí, donde nunca quiso llegar, en el Hôtel-Dieu.

Allí la metieron en la misma sala atestada de moribundos donde había muerto su marido, la acostaron en una cama con otras cinco mujeres totalmente desconocidas, que yacían cuerpo contra cuerpo, y la dejaron morir durante tres semanas a la vista de todos (p. 30).

En lugar de tener su propia muerte “privada”, tiene una anónima junto con otros miles de ancianos como ella y es sepultada en una fosa común. La historia de la revolución francesa se refleja en el destino de madame Gaillard como una tragicomedia. El lema de la revolución “liberté, égalité, fraternité” suena cínica desde la perspectiva de sus víctimas. Sin em
bargo, podemos constatar que, de todas las muertes que se mencionan en la novela, la de Terrier, Grimal, Baldini y del mismo Grenouille ninguna adquiere la seriedad de la muerte de madame Gaillard. Su agonía pública y humillante en el Hôtel-Dieu y la fosa común, forman parte de una infamia colectiva a los marginados en el París del siglo XVIII.

Si los acontecimientos históricos sólo rozan de manera tangencial la vida de los personajes, el aspecto cultural de la época adquiere suma importancia. La novela ofrece una imagen distorsionada de las principales ideas de la Ilustración burguesa, como la liberación del hombre de fuerzas ilegítimas, irracionales, que le imponen sus propias pasiones; su educación como persona racional (Vernunftwesen), responsable desde el punto de vista moral de sus actos. Ninguna de estas cualidades la encontramos en Grenouille; al contrario, su figura constituye un polo opuesto a la idea de la razón, columna vertebral del concepto del mundo de la Ilustración. El personaje principal proviene de una clase social marginada, nace en el lugar más fétido de París y se confunde con las tripas ensangrentadas de los peces, lleva todas las señales del abandono físico y moral talladas en su cuerpo y en su alma, es antisocial, introvertido, le importa un bledo todo lo que huele a virtud y mata a venticinco vírgenes sin el menor remordimiento.

La disputa sobre las ideas de la época alcanza además un tono irónico en el monólogo de otro personaje. El perfumista Baldini al borde de la ruina se queja amargamente de los cambios que surgen en los tiempos modernos.

Sus competidores lo asfixian con sus nuevos conceptos capitalistas de producción al comenzar a producir el perfume de manera desenfrenada; se había inventado una «especie de tormenta artificial llamada electricidad» (p. 53), se «hacían preguntas, se escudriña, se investiga» (sic.), la gente leía libros y los clérigos se «metían en los cafés», y encima de todo

se llegaba tan lejos como para afirmar con toda seriedad que el Dios Todopoderoso, el Supremo Hacedor, no era imprescindible y el orden, la moral y la felicidad sobre la tierra podían existir sin Él, con la mera ayuda de la moralidad innata y la razón humana...» (p. 53)

Todas estas ideas «pérfidas» difundidas por aquellos «escritorzuelos» como Voltaire y Rousseau, que por un breve tiempo inquietaron a Baldini, se olvidan pronto, cuando con ayuda de Grenouille llega a ser el perfumista más rico de París, y su único deseo en la vida era expandir su imperio en las colonias americanas.

Si Süskind dibuja la figura de una caricatura ilustracionista con su personaje Baldini, con el marqués de la Tallade-Espinasse nos introduce a un representante científico de esta época, cuyo espíritu inquisitivo se refleja de manera burlona en el personaje del marqués. Su teoría del «fluido letal» que emana la tierra y que con el tiempo conduce a una intoxicación del ser humano, es una teoría que surgió en el siglo XVIII, y la encontramos respaldada en el libro de Corbin (p. 35). Esa teoría que actualmente nos puede parecer ridícula, es un elemento secundario en el episodio del marqués.

   
 | 1 | 2 | regresar |