7.

Raíz de lo perdurable.

Sonido para la hora amarga
y entusiasmo del peldaño.

Irreductible,
inquebrantable y fortaleza.

Tus vértices de agua
y tu anchura de tierra
son, al mismo tiempo, la alabanza y la rebelión.

Original misterio de la cima,
a tu cita con el hombre
llegas envuelta
en lo extraordinario de lo imprevisto.

Sorpresa sin aviso ni calibre
en las hazañas de ordenar el mundo
y recordarlo.

Milenaria voz de la nuevo.

Conmoción,
viga y soporte de la sacudida.
Abrevadero que se esparce
por los territorios tumbados por aquellos
que enlutecen y degradan la vida.

8.

A tu imaginación y su vuelo
le ha sido dado el temple de no doblarse
ante lo que has tenido que presenciar,
ante lo que ha sido necesario padecer.

Cauterizada
en el rigor de no quejarte
para no complacer a los verdugos.

Escondida por tus verdades
has sobrevivido a la destrucción
aún en los meandros y las máculas
de quienes te han perseguido
a sangre y fuego.

Resguardada en los santuarios
del secreto repetido
para resistir la embestida y el tropel.

Temida y odiada,
herida y heroica.

Alimento húmedo de la catástrofe.

9.

Sólo a tu corteza de árbol noble
le ha sido concedido crecer
sobre sus hombros cilíndricos,
teniendo todo el pasado como presente
y todo el presente como porvenir.

Perla que produjo el aliento de la marejada.

Sabia y paciente. Aroma para lo duro.

Enemiga de lo descomunal.

Violeta de cielo. Hematoma de lo valiente.
Licuación interna de la matriz de lo posible.

Defensora tenaz y testiga de cargo.

10.

Señal del camino.

Desmesurado afán de conciliar lo que late
con su tiempo de latir.

Que no se escape
lo que hizo de nosotros una huella,
un gesto, una impenitencia.

Que quede dicho lo que fue nuestro intento
y nuestro empinar.
Y también nuestra caída.
Noticia imperecedera de la burla
y los burladores
para que no olviden jamás
que hubo quien mirara por encima del aire
y a través de la muralla,
cuánto pudo el sufrimiento ser revuelto
en manos de la arbitrariedad.

Que pueda leerse por siempre
cómo se atrevió el atropello
a romper los diques de lo tolerable
y dónde está amarrado su maleficio.

Devota y honda confesión,
multiplicándose de boca en boca

11.

He aquí el rastro y el arco de tu horizonte.

Vienes de todo lo que palpita
y te diriges hacia todo lo que se atreve a vivir.

Hemos amado tu territorio,
hurgado en tu destino, indagado en ti,
como una manía de saber de los hombres.

Antiguo don
de quienes al paso de la realidad
fundaron el rito de su crujir
y desenterraron la canción
para sobreponerse al olvido
y a la corrosión del tiempo
en los desaguaderos del recuerdo.
Incrustación
de lo que es capaz de estremecer para siempre.

Orfebrería de palabra y sueño.

Ardor en la memoria
de un mundo a tu nuestro lado.

12.

Nunca fue tu vocación el aislamiento.
Nunca el huir. Nunca el dar la espalda.

Pública y entera
a la hora donde lo humano
ha tensado su cuerda.

En la orilla de lo que ha caído,
al pie de lo que hemos levantado,
justo en el momento de nuestro salto.

Tu voz está hecha de las veces
en que estalló la alegría,
de lo que creció a fuerza de paciencia
y de lo que hicimos con nuestras manos.

De los muros
que contuvieron lo que arrasaba
y también de las veces
en que no pudimos llorar ni ser solemnes,
sino a duras penas habitantes inconsolables
de nuestra propia vergüenza.

De lo que ha muerto a solas
y de todo aquello que nos quitaron.

Peregrina de todos.
Dignidad de resistir.

Y hechura de lo que estamos hechos.

13.

Podrán cerrar las puertas para que no entres.

No querrán saber de tus presagios.
Renunciarán a ver tu rostro.

Intentarán borrar
las pisadas y la memoria
de quienes te conocieron.

Colocarán bandos en las calles
anunciado que te buscan
y se trasnocharán
para apresarte.

Se enajenarán y blasfemarán de ti,
te maldecirán en su impotencia.

Y siempre temerán que reaparezcas.

14.

Todo lo has podido y lo podrás.

15.

Excepto acometer contra lo humano.
   
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