y entusiasmo del peldaño. inquebrantable y fortaleza. y tu anchura de tierra son, al mismo tiempo, la alabanza y la rebelión. a tu cita con el hombre llegas envuelta en lo extraordinario de lo imprevisto. en las hazañas de ordenar el mundo y recordarlo. viga y soporte de la sacudida. Abrevadero que se esparce por los territorios tumbados por aquellos que enlutecen y degradan la vida. le ha sido dado el temple de no doblarse ante lo que has tenido que presenciar, ante lo que ha sido necesario padecer. en el rigor de no quejarte para no complacer a los verdugos. has sobrevivido a la destrucción aún en los meandros y las máculas de quienes te han perseguido a sangre y fuego. del secreto repetido para resistir la embestida y el tropel. herida y heroica. le ha sido concedido crecer sobre sus hombros cilíndricos, teniendo todo el pasado como presente y todo el presente como porvenir. Licuación interna de la matriz de lo posible. con su tiempo de latir. lo que hizo de nosotros una huella, un gesto, una impenitencia. y nuestro empinar. Y también nuestra caída. Noticia imperecedera de la burla y los burladores para que no olviden jamás que hubo quien mirara por encima del aire y a través de la muralla, cuánto pudo el sufrimiento ser revuelto en manos de la arbitrariedad. cómo se atrevió el atropello a romper los diques de lo tolerable y dónde está amarrado su maleficio. multiplicándose de boca en boca y te diriges hacia todo lo que se atreve a vivir. hurgado en tu destino, indagado en ti, como una manía de saber de los hombres. de quienes al paso de la realidad fundaron el rito de su crujir y desenterraron la canción para sobreponerse al olvido y a la corrosión del tiempo en los desaguaderos del recuerdo. Incrustación de lo que es capaz de estremecer para siempre. de un mundo a tu nuestro lado. Nunca el huir. Nunca el dar la espalda. a la hora donde lo humano ha tensado su cuerda. al pie de lo que hemos levantado, justo en el momento de nuestro salto. en que estalló la alegría, de lo que creció a fuerza de paciencia y de lo que hicimos con nuestras manos. que contuvieron lo que arrasaba y también de las veces en que no pudimos llorar ni ser solemnes, sino a duras penas habitantes inconsolables de nuestra propia vergüenza. y de todo aquello que nos quitaron. Dignidad de resistir. Renunciarán a ver tu rostro. las pisadas y la memoria de quienes te conocieron. anunciado que te buscan y se trasnocharán para apresarte. te maldecirán en su impotencia. |
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