Recuperación de las formas de tradición oral en México a través de la Dictadología Tópica Celiana.

En nuestro interés por aproximarnos al concepto más pulido de Dictadología tópica así como a la delimitación de su campo de investigación, debemos remitirnos al Diccionario geográfico popular de España,(1), a nuestro entender, la fuente más legítima, fidedigna y precisa en este terreno, desde la cual no sólo se nos aclara qué competencias definen a esta disciplina enmarcada en la más pura filología de tradición oral tópica -como veremos- sino que además, es aquí donde, su creador -es decir, el Premio Nobel español de Literatura , D. Camilo José Cela- pone de manifiesto el resultado de su tarea docente desarrollada entre 1980 y 1986 como catedrático de Literatura y Geografía populares de las Islas Baleares y que venía incubando desde su proyecto -por los años setenta- de hacer un diccionario que recopilase el folclore y la tradición oral de toda España y que empezó solidificándose en este primer libro técnico en el que un servidor colaboró junto al escritor de manera directa. Aquí Cela define el concepto de "dictado tópico" como sigue: "Entendemos por dictado, del lat. dictare, frecuentativo de dicere, decir, lo que dictado significa, o sea, aquello que se dicta, que se dice, y adjetivamos de tópico a cuanto pueda aludirnos al [topos] popular, al lugar, y no al [topiká], tratado en el que Aristóteles habla de los [tópoi] o lugares comunes. La disciplina encargada de poner orden en los dictados tópicos, denominación preferida por Menéndez Pidal y de la que, tras una elemental finta léxica, arbitramos el bautismo de dictadología tópica para designar a la noción que nos ocupa, esto es, la paciente y habilidosa ciencia que estudia en su conjunto armónico los nombres que da el hablante al conocimiento que se transmite, sin suerte alguna de violencia, de padres a hijos y de viva voz."

1 Cela Trulock, C.J., Diccionario geográfico popular de España. Madrid. 1998.

El objeto de la Dictadología tópica es, pues, el estudio de los dictados tópicos considerando el dictado tópico bajo dos acepciones fundamentales; por un lado, la palabra o frase que adjetiva o suple al topónimo o gentilicio, y así tendríamos, por ejemplo, "La perla tapatía" o "La ciudad de las rosas", frases que suplen al topónimo Guadalajara -en este caso en alusión al homónimo mexicano- y que Cela denomina técnicamente como seudotopónimo, o bien "jalisquillo" para referirse al gentilicio tapatío, que en los mismos términos técnicos se denominaría seudogentilicio; por otro lado, y siguiendo con la definición de dictado tópico en su doble clasificación, tendríamos el refrán o dícere, el aforismo, la locución, frase o modo proverbial y el cantar que incluyen topónimo o seudotopónimo, gentilicio o seudogentilicio, valga como ejemplo la expresión tópica "Eres como jarrito de Tonalá, sentido y corriente" en alusión a la persona que pone de manifiesto una extrema susceptibilidad y una fragilidad flagrante, que recuerdan al típico jarrito hecho en el pueblo jalisciense de Tonalá, a pocos kilómetros de la Guadalajara tapatía.
Debemos apuntar que los apodos colectivos o seudogentilicios suelen venir lastrados de una eminente carga peyorativa e impuestos, fundamentalmente, por los habitantes de poblaciones aledañas hacia sus convecinos llegando a alcanzar tal importancia a veces, que pueden acabar sustituyendo al propio gentilicio, convirtiéndose así en la única forma de designación para nombrar al conjunto de habitantes que conforma una unidad geográfica de población determinada. El siguiente ejemplo puede ser muy ilustrativo al respecto extraído de la investigación que llevé a cabo para mi tesis doctoral en la provincia de Jaén, enmarcada dentro de la Andalucía Oriental (España). Así, pues, al habitante de la entidad singular giennense de Benatae se le conoce con el seudogentilicio de nabero (2) y jamás ha sido designado con ninguna otra forma gentilicia. Desconocemos las causas reales por las que un determinado lugar carezca de gentilicio aunque podríamos llegar a la conclusión de que razones de tipo histórico, geográfico o, incluso, idiosincrático, entre otras, pudieran avalar este hecho. Recurramos una vez más a nuestras investigaciones de campo para rescatar lo que nos decía uno de los informantes de la localidad mencionada al respecto del empleo generalizado del seudogentilicio nabero:
"[...] De toda la vida de Dios se nos han conocido como naberos porque de antaño ésta era la tierra del nabo, donde se han sacado las mejores cosechas de nabos de todos estos contornos y de muchas leguas a la redonda, y si usted por ejemplo llega al pueblo diciendo que somos "benataenses", como ahora nos quieren llamar, que dicen que es lo oficial, salen detrás de usted y lo apedrean. Aquí no se nos conoce más que por los naberos, ¿sabes usted?"

2 Existe una tendencia generalizada a emplear el seudogentilicio en su forma plural, no obstante, atendiendo a las observaciones que el prof. Cela hace en su Diccionario geográfico popular de España, nosotros vamos a emplear siempre la forma singular por considerarlo "uso innecesario y vicioso" y tan sólo al referirnos a los producidos por locución -y aunque tampoco siempre- lo admitimos como preciso.

Esto no es más que una muestra de la gran importancia que posee a veces el seudogentilicio que, incluso, puede dar lugar a que se rechace categóricamente cualquier otra forma gentilicia, y como apuntábamos, en este caso concreto se observa cómo las causas de origen, quizá, geográfico, por tratarse de un terreno propicio para sembrar nabos, e idiosincrático, que en un pasado fue conocido por los nabos que criaba, pueden ser determinantes. En cuanto a los motivos que se podrían barajar como los causantes de la existencia de estos apodos colectivos, tendríamos varios : alguno ya lo apuntábamos con anterioridad en primer lugar, el mero hecho de hacer juegos de palabras desde un punto de vista lúdico del lenguaje. Es sabido que el ser humano, desde muy antiguo, ha mostrado una gran habilidad hacia la creación ingeniosa de determinadas composiciones lingüísticas, unas veces dotadas de un cierto grado de originalidad -implicando la rima o el simple divertimento - y otras veces albergando una consciente malintencionalidad, sin que ello haya supuesto que se tuviera demasiado en cuenta la mala fama que se pudiera llegar a generar en torno a los habitantes de poblaciones aledañas; en segundo lugar, también pueden existir motivos relacionados con el carácter y la personalidad de los pueblos a la hora de crear seudogentilicios. Estos motivos, de índole idiosincrática, constituyen una fuente inagotable en la formación de dictados tópicos. Así, los pueblos tendrán fama de tacaños, malos, fanfarrones, listos, avispados, cornudos, brutos, torpes, destacando una cualidad positiva o negativa y un largo etcétera.
Por otro lado, debemos puntualizar que, antes de que se diese una adecuada denominación a esta disciplina, Fermín Caballero se preocupaba ya de recopilar los cantares, refranes y modismos referentes a pueblos de España quien en 1834 recogió en un tomito (3) bastantes documentos de esta índole: insertó más de 168 proverbios, agrupados en 19 clases diferentes. Fermín Caballero, fijándose en el aspecto geográfico de los refranes decía: "En unos encontramos la configuración y límites de nuestras provincias; nos dirán otros cuáles son los principales ríos y sus afluentes más considerables; en algunos veremos las producciones del suelo, y en otros la situación topográfica de los pueblos, el concepto moral de sus habitantes, con otras muchas particularidades, que para explicarlas fuera necesario un grueso volumen", y a continuación insertaba unos cuantos refranes geográficos dividiéndolos en las siguientes clases: 1. Alusivos al clima y temperatura; 2. Relativos a poblaciones principales; 3. Correspondientes a pueblos de malas cualidades; 4. Los que hacen paralelos de unos pueblos con otros; 5. Los que denotan escasez de mantenimientos; 6. Los que manifiestan exposición a crecidas; 7. Indicantes de sitios peligrosos; 8. Los que expresan producciones; 9. Los que aluden a la feracidad del terreno; 10. Los que tratan de caminos y distancias; 11. Los correspondientes a santuarios y templos; 12. A establecimientos y dignidades; 13. A fortalezas; 14. A mares, puentes y ríos; 15. Relativos a curiosidades; 16. Los que hablan del concepto de los habitantes; 17. De fueros y privilegios; 18. De sucesos históricos; 19. Otras cualidades topográficas.

3 Fermín Caballero, Nomenclatura geográfica de España, análisis gramatical y filosófico de los nombres de pueblos y lugares de la Península, con aplicación a la topografía y a la historia. Madrid. 1834.

Esta clasificación provisional es inaceptable hoy aunque significó en su día un adelanto en la curiosidad erudita por los temas populares.
Con posterioridad a esta publicación aparecen dos colecciones de cantares, una de la mano, en este caso de Fernán Caballero, Cuentos y poesías populares andaluzas (4), y otra recolectada por don Emilio Lafuente, Cancionero popular, colección de coplas (5), los cuales han de considerarse sólo como meros ensayos.

4 Fernán Caballero, Cuentos y poesías populares andaluzas. Sevilla. 1859.
5 Cancionero popular, colección de coplas. Madrid. 1865.

Será en 1878 cuando se empieza a investigar en este sentido con mayor interés a partir de la creación en Londres de La Folklore Society. A partir de entonces, los estudios sobre el saber popular se extienden a todos los países europeos. Por esta época en España se hace necesario hablar de los esfuerzos y de la labor que llevaron a cabo don Antonio Machado y Álvarez y un grupo de amigos -Espinosa, Torre Salvador y Rodríguez Marín-, a los que se les unieron un buen número de ingenios lusitanos como Thomas Pires o Leite de Vasconcelos quienes consiguieron sacar a la luz pública un periódico interesantísimo: El folklore andaluz, que apareció en los primeros meses de 1882. En 1884 se fundió con otra revista extremeña, Folklore bético extremeño y al poco tiempo cesaron las publicaciones de las revistas, los folcloristas españoles tan sólo pudieron reunir sus trabajos en otra publicación periódica que por aquella época creó don Antonio Machado, Biblioteca de las tradiciones populares españolas.
En 1883 Rodríguez Marín ultima su colección de cantos populares españoles y será en 1923 cuando Vergara Martín publique su Diccionario geográfico popular (6), a ambos les debemos varias publicaciones posteriores más a este respecto. Volviendo de nuevo al mencionado Diccionario de Vergara, debemos decir que se trata éste de un libro bastante completo que marca precedente en lo que respecta al campo dictadológico. El autor hace una división de la obra en cuatro partes: la primera contiene cantares, refranes, adagios, proverbios, locuciones, frases proverbiales y modismos, que se refieren en general a España y a los españoles y en particular a los naturales de las diferentes regiones, comarcas y provincias de España; la segunda comprende los cantares, refranes, adagios, proverbios, frases proverbiales y modismos que se refieren a cabos, montes, ríos, etc.; la tercera, que es la más numerosa, está compuesta de cantares, refranes, adagios, proverbios, locuciones, frases proverbiales y modismos que se refieren a diferentes localidades de España, y en la cuarta y última, incluye los cantares circunstanciales que pueden utilizarse como complemento de los geográficos, que integran las otras tres partes.

6 Vergara Martín, G.M., Diccionario geográfico popular. Madrid. 1923.

Don Gabriel María Vergara Martín editó en 1923 su Diccionario geográfico popular de cantares, refranes, adagios, proverbios, locuciones proverbiales y modismos españoles (7), donde incluyó dictados referentes a muchos pueblos de provincias españolas; trece años más tarde este mismo ilustre etnógrafo reunió en su Refranero geográfico español (8) otros tantos refranes y cantares por él recogidos en donde también aparecen algunos nuevos dictados tópicos referidos a entidades españolas de población, incluso autores como Rodríguez Marín o Sbarbi incorporan, de igual modo, en sus trabajos algunos refranes que hacen alusión a pueblos españoles.

7 Vergara Martín,G.M., Diccionario geográfico popular de cantares, refranes, adagios, proverbios, locuciones proverbiales y modismos españoles. Madrid. 1923.
8 Vergara Martín, G.M., Refranero geográfico español. Madrid. 1936.


Gaspar Sánchez Salas

(Jaén, España 1970), Doctor en Filosofía y Letras ( Filología Hispánica ), Universidad de Alcalá de Henares.

Discípulo, colaborador y asistente de Camilo José Cela

Ha colaborado y publicado

Diccionario Geográfico Popular de España. Vol. I. 1998.

Diario ABC de España

La formación de gentilicios, seudogentilicos y otros dictados tópicos en la provincia de Jaén. ( tesis doctoral )



Ha impartido diversas ponencias y conferencias en :

Departamento de Estudios Literarios, Universidad de Guadalajara.

Instituto de Estudios Ibéricos avalados por La Sorbona. París, Francia.

I.E.S. "Cástulo" de Linares Jaén, España.

Congreso Internacional celebrado en Postdam, Alemania.

Sociedad Española de Lingüística C.S.I.C., Madrid, España.

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