Carmen Villoro

Me pones en los labios
una flor de agua,
pétalos litorales
que la lengua disuelve
mientras el cuerpo y la noche
se deshacen.
Me besas sólo un beso,
botón mojado,
huella de un salmón
que se resbala.
Me das
una orilla de ti,
no más:
promesa de un océano
con todo y maremoto.
Tus labios son un aviso
como el mar es
en la playa
el anuncio del mar.
Roce de gaviota
toca apenas la cresta de mi oleaje.
Invitación a hundir mis manos
de embarcación despedazada
en el abismo submarino
de tu espacio.
Un beso es
una pequeña audacia que abre el cuerpo,
una llave de espuma,
la palabra prohibida
pronunciada en silencio,
la mágica palabra que abre el mar.

Lucero Alanís de Gurrola

Un par de velas encendidas
homenajea su llegada
y el aroma
de callejeras flores
habrá de fundirse con mi piel

plenas de tinto las copas
reposan su música
en la calidez de esta casa
aderezo en el vestido
obsequio de navidades

humeantes candelabros
silencio
me retiro a dormir
sola

*****

El pincel mueve la mano del hombre

dibuja infancias azules
sueños púrpura miedos verdes
infiernos en el cielo

el lienzo se regocija en los colores
iluminado de formas texturas primitivas
trazos en l i b e r t a d

La mano seducida
en la pasta
se deja
fundir

El pincel pinta de la mano al hombre.

Miguel García Ascencio

CUALQUIER TARDE EL ARCO IRIS

1

En el origen del agua
el amor creció ajeno a los diluvios.
Las aves eran vuelo que no sabía de alpiste
las cunas sol piadoso
los hijos una luz para sus madres.

Una supo de la creación
y preguntó al cambiar pañales
por qué los gorriones construyen nidos
quién da a las mariposas su color
si hay querubines en el mar
por qué no lo declaran las ballenas.

No entendió que la fe
la dicta un dios muy íntimo
que surge de entre los edredones
y orar en lo profundo
amasa al hijo en otra levadura.

22

Uno da el amor que tiene
hasta que se arruga la noche
o algún pez en la pecera
ve con nostalgia
sus mares de coral o de abandono.

Así el agua no sufre extravío
mira que empezó con las burbujas
y la resurrección de los milagros.

Ma. Luisa Burillo

Cualquier otra luz

Hay que matar a la madre de un golpe certero, para después velarla a solas y dejar que se asienten: amor y odio, hasta encontrar la herencia que nos dio la vida: su fidelidad que por instinto mantuvo –de cualquier forma- el fuego de la casa encendido. Y si así fuera, habría que hallar cualquier otra luz por la cual se mantuvo la fe, y si no fuera así, que nos salve la rabia por el desamor, o la ausencia.

Y después de mi duelo, debo buscar la madre a mi justa medida. Y para que así sea, habré llorado y blasfemado, golpeando mi cuerpo hasta que reviente el odio. Para que ese niño que se niega a caminar por sí mismo; a darse amor y perdonar, se atreva a perdonarse.

Sólo así se entregará la gran madre; esa que llena de gozo los sentidos y sin palabras, igual que Dios, se va prodigando en el pan de cada día.

Baudelio Lara

DE LO QUE NO TIENE LUZ

De lo que guarda silencio y desde la interioridad nos observa
De lo que corroe lentamente la lisura
De lo que es parte, trozo, fragmento
De lo indiviso, del cuerpo, de lo que no conoce juntura
Del que se aposenta en medio de lo homogéneo y sonríe
De lo que deja un trazo sólo visible en la pupila de los ciegos
De lo que habita en el revés, en el borde, en los filos
De lo que vive en la herrumbre, la cicatriz, la pátina
De la sangre que alimenta el deseo
De la pasión que se alimenta de sangre
De lo que es signo de expiación y pábulo de culpa
Del que se tiende a dormir sabiendo que la muerte lo acecha
Del que huye de la lluvia y del que, encarándola, gozoso bebe
De lo que vive suspendido en las raíces del aire

De lo que es entreverado y equívoco
De lo que nunca regresa
De las bodas de la gota y la llama
Del que mira hipnotizado al abismo y no cae
De lo que se abre paso en la sombra como una rama verdecida.

Gabriel Martín

El Agua recorre sus venas: ebriedad del canto, de la tanta mar. El agua tiene una graduación de alcohol y sangre que lo enardece. Voluble como el color en que viaja, adopta manadas por algunas olas. Como el mar, así es su dorso, su vientre es blanco, pero en virajes y chapoteos se encuentra por azul completo.

Como delfín en el agua encontraba compañía para saltar las crestas y el rompiente. Delfín mucho antes que hombre –que el hombre-, descubrió la sal en la punta de su lengua: una partícula minúscula y perfecta en el cuerpo de su compañera. Desde entonces le crecieron manos y ansias: tan embriagante le resultó aquel gusto, que mudó la piel para saciarse. Conquistó lugares en que brotaba a caricias llenas, al simple contacto de la lengua. Sal incluso al garete de otro paladar... delfín que se abandona y abre los ojos cuando un azul rojizo lo inunda... y él se vuelve... se brinda a la humedad crecida, agradeciendo cada gramo que lo estremece. Otros embates húmedos le llegarán con la marea.

Su paladar no reconoce penitencia ni red: eso queda para los otros, los hombres. Que así sobrevivan si les place. Él peregrina al buen placer de sus impulsos; dos saltos adelante del pez guía santificado.

Para el delfín perfecto, a imagen y semejanza del Primer Marino, existe el mar.

Silvia Eugenia Castillero

“La gente empezó a cruzar la calle
pisando las franjas pintadas en la capa
negra del asfalto, nada hay que se parezca
menos a la cebra, pero así llaman a este paso”
José Saramago (Ensayo sobre la ceguera)

LA CEBRA

Al irse, él se hundió en el humo negro de resina ardiente. Atravesó franjas, pequeños abismos donde su paso parecía esfumarse. Una vez que comenzó a cruzar la avenida, Silenia desde el borde lo vio: sobre las franjas negras alargar vertical su cuello, en una línea mínima e interminable, y someterlo al propio cuerpo, horizontal ahora, para borrarse ante la corriente de las franjas blancas: acumulada como una ola que se estrella en una roca y cede sus formas a la luz.

El claroscuro de la cebra se sucedía en un hilo de nada. Pocas horas más tarde, la duermevela quiso volverla inofensiva, de un gris de asno. Entonces era sólo una pasarela curva por la que desfilaban rápidas zapatillas de charol negro y tacón fino. O una charca por la que las botas de ante se abrían paso. Lo cierto es que de la cebra desaparecieron sus fauces de espectro y su geometría peligrosa de negros y blancos, rayando ruidosamente la lejanía.

Pero cuando la cebra quedó sola y los rayos del sol calleron sobre el polvo rojizo de la calle, la sombra se alargó desmesuradamente hasta dibujar un sueño en Silenia: unir la ciudad y traer el mar a los lados.

David Bak-Geller

PARA QUE VUELVAS INTACTO DE LAS SOMBRAS

Visto lo inflexible de la lluvia, vueltas de repente
las palabras trincheras del vértigo, cuando la niebla, que
es la sábana del misterio no cede al resplandor, y todo
lo que brilla es presagio de sí mismo: dientes afilados
inauguran la noche, un árbol cuenta sus anillos en la hoguera, y
lo que se arrastra tiene pretensión de espejo, cuando
de la ciudad que sólo existe a la distancia sube un falso rumor
de violines y baile que engaña a los amantes, y el relámpago despierta amordazado, visto lo inflexible de la lluvia,
toco tres veces al abismo para que vuelvas intacto de las sombras.

Manuel Cantú

Te cuelas en el silencio nocturno arrastrando la piel de mis labios
Huyo cuando te sumerges en la ciudad

-No hay viento
Aquí el llanto de verme sin habla

¿Dónde está la cutícula de mis labios?
ceniza de piel
vapor de grasa
Escucho el rastro que dejas
rehago el equipaje de mis huesos
Sigo el aliento
escama luminosa de tu saliva
Cierro la piedra con la cal de la pared
extendidas velas iluminan sombras.

¿Quién se cuela
y destaza el verbo escondido en mi sangre?

Ángel Ortuño

EFÉMERO

Acuchíllame
¿quieres eficiencia?
mientras en la bañera pongo mi buena cara
que besarás en religiosas estampitas
adviene el lirio hediondo

en inepta estampida
el cabello hacia atrás, el cepillo
grasiento de las venas

agradecemos
la oportunidad de servirle.

me enternecen. Me quieren. Me cuelgan un letrero.

ALBO

De sí mismo partido por el leve
párpado del estanque:
dulce lobotomía.
El cisne, lo sabemos,
se desposa
con una pesadilla de tenazas.

(Te verterá agua hirviente en el oído
-luego sabrá cuidarte-
ingresarás al grupo de los monstruos
lisiados mientras duermen)

Son sin duda las plumas
las que piensan.
Raíz que de negrísima se tiñe.
Rubia,
¿tanto cisne insinuado?
Sí. El perfume deslíe, trasunta
el mal
olor.

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