33
El agua que me lava
no se queda en el cuerpo.

Dejarlo todo no ha sido fácil
las cosas y los seres son espinas:
nos clavan.

Sin embargo hay gangrenas
que no se curan nunca.

Y sé que estoy viviendo
pero sólo a pedazos.

 

34
Aprendí mi lección
guardar silencio
el pan sobre el mantel
la cama con su escarcha
despedir lo que siempre se va
(Y no me dio la gana despedirte
cuando cayó la tierra por tu boca.
No es tan sencillo tirar de un hombre
y deshacer su traje.)
Aprendo a ser pared
fuente de gracia
(bebe, mi amor, antes que por llorar
ensucie el agua.)
Mi lección: no olvidar mi estatura
no añorar mis rezagos
ya no gritar en la desierta plaza.

 

35
Los poemas se comienzan solos.
Cuando llego a la cita ya se dijeron sin mi permiso
las primeras palabras.
Unos a otros se abren para alumbrarme.

Para escribir, primero organizo un desorden
de voces en mi oído que reclaman itinerario
a paraísos que ninguno profane.

Hago cosas mejores
acariciar al gato
oír silbar a un niño
pero siempre acabo escribiendo poemas:
mi pulso
la razón de mis dedos
mi probada decidia.

 

36
No te salgas de mi, azúcar verbo
cuando me quede completamente quieta.
No desenmascares mis antigüos oficios
Yo quería descorrer el telón
y me tocó ser diva.

Encontraré el gazapo.

Pero no me abandones la mirada
con que zurzo
los mejores anillos.
Tu desempeño de cárcoma silente
aguzó mis antenas.
Chorros de ti levantaron
compuertas contra el odio.

Aunque nadie te vea
no te apartes de mi.

 

37
Cuánto me harta
desaguarme de noche.
No resisto
el calambre en la espalda
no recordar de pronto
el día, la hora, el rumbo
la sed atroz.
Al olvidar tus dones
te maldigo.

Repites y repites tus estragos
de melaza en mis piernas.

Has moldeado mi carne
con tu espectro.

 

38
Dijimos hojarasca
y en tus huesos
crujió un bosque.
Hablábamos de Dios y sus nodrizas
salmo por lágrima
parábola por suerte.
Lavaron tus riñones con el agua más cara
en el último cuarto de lo abyecto.

Un día se redujo tu voz, tu superficie
tembló la soledad en tus rodillas.

Ya no pude cerrar la costra de tus venas.

¿Qué más te van a hacer ahora que has muerto?
Una misa que oficien los traidores
por tu metamorfosis prematura.

 

39
Convalezco de mi
de mi cabeza
que se calle ése ruido de gárgolas
rumiando mi carroña.

No respiro
ni compongo la tabla que me amarra.
Sube marea de azúcar a la boca
no hay saliva
solamente un termómetro.

Amor, que no sea tu piedad
mi piedra al cuello.

 

40
No elegí la colmena.
Abrí la puerta. Entré.
Felicidades, ha ganado el premio:
libar en cada flor para que crezcan
sus dúctiles reservas
cortar la caña furtivamente
sangrar contra los cactus.
(aprenda a contener las hemorragias.)
Mi padre, mis abuelos
mi hermano peregrino.
Nadie faltaba ahí.
Y puse polvo de oro en mis pestañas
Y me puse a morir con la honradez
de cualquier varón en mi familia:
alcoholismo
diabetes.
Y allí sigue
mi paciencia de araña y de mujer.

 

41
Los dinosaurios siempre son noticia.
¿Dónde estarán sus hijos?
Resinas de la historia ofrecen sus tesoros
al ánimo de la imaginería.

En la razón de la belleza
en lo invisible
el cansancio
el pulso irregular
el puente oculto
no falta un alfiler sobre la piel translúcida
del dinosaurio absorto
(todo lo que es ausencia.)

Dejé migajas. Síganlas mis libros.
Me rondan moscas.
Se cubrirán de polvo.

 

42
Sin dientes, el manjar es soliloquio
porque los labios arden.

Hay que buscar la nuez
aunque se rompa
(todo lo que es encierro
hay que abolirlo.)

Ya lanzada la piedra
perdió el rumbo.

Desde la ausencia
un cazador es esperas me predice.

Hagamos el balance
ya se escucha
la tercera llamada.

   
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