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     53 
    Díganle que me fui 
    si vuelve solo 
    si suspende el pincel 
    si entinta una escultura de polilla 
    si el pez se le atraganta y lo atropella un sueño 
    si pulsa mi abstracción guardando el humo. 
    Si para el tren, si llega 
    si atraviesa el andén de recordar 
    si busca mi perfil y lo interroga 
    díganle: cerró los libros 
    hizo conjuras contra los relojes. 
    No quería. 
    ¿Dónde está el mapa del amor? 
    ¿Derribaron los pájaros? 
    Quién me firma éste golpe. 
      
    54 
    Deberes que pospuse 
    interrupciones en cadena. 
    Parches aquí y allá 
    siete sentidos desorbitados 
    (larga es la euforia 
    labriega de costillas.) 
    Dice la piel su frase trunca 
    obliga cirugía soltar las armas: 
    si no guardaste el ojo de la cerradura 
    si diste abrigo al alacrán 
    en salvas superficies 
    cumple tu penitencia. 
    (Aquella niña que odiaba las navajas 
    ahora soporta el látigo.) 
 
    Hay tanto por cumplir 
    y Dios de cansa. 
      
    55 
    De esta manera defectuosa del aprendiz 
    es párvula la golondrina de mi ternura. 
    Y sin embargo, hay una flor abierta en mi epidermis: 
    rosa intacta  
    (baja un poco la luz.) 
    Para emprender las rondas sin perdernos la pista 
    hay que tender un puente 
    de mi oído a tu tacto 
    mientras me voy quitando costras de sal. 
    (despiértame, si creés que duermo 
    aún te escucho.) 
    Allá, bajo la lluvia, la niebla tiene manos artesanas 
    que modelan tu rostro 
    con el vaho de las cuatro. 
    (Deslígame la mueca de dolor. 
    Me llaman.) 
      
    56 
    Difícil no mentir. 
    Entre olvidar a medias 
    levantar el guijarro 
    y ser la cuarta parte 
    de lo que intento 
    hay más mentiras que hombres en la tierra. 
    Creí en lo creado 
    ello viste mis huesos. 
    De no existir la Santa Inquisición 
    yo fuera un total embuste 
    sin violentarme a recoger 
    mis pupilas del suelo. 
 
    Debo quedarme quieta -y sola- 
    a disfrutar la exactitud 
    de la mentira. 
    Viene en mi ayuda. 
    ¿Serán real la ventana y el que mira detrás? 
      
    57 
    En tierra de papel hundo mis dedos 
    frente a la cara oculta del arbotante en serie 
    detrás de la escalera 
    sobre los mismos charcos 
    con el árido surco de mis venas truncadas. 
    Tú no adivinas cuál de mis razones 
    es niña de esconderse. 
    En cual pico se ensartó la raìz 
    de mi primer asedio de manzanas 
    qué movediza arena me hizo libre de muros. 
    (Te convoco a estas alturas del poema 
    en lo que callan las diez de este septiembre 
    un libro de Neruda 
    la oscuridad y el humo.) 
    Tuve que arar en voz mis lenguas muertas 
    hundir el azadón en mi vagina. 
    ¿Lo ves? Yo soy una mujer que te posee. 
    Es el anzuelo en la cóncava garganta 
    de lo que tiene orilla. 
    Ser tragados, boquear 
    sin saber por cuál hilo nos retiene. 
    Del mismo modo, amor 
    desliza por los párpados húmedas pesadillas 
    cartas indescifrables en el terror nocturno: 
    la enfermedad, una tarea 
    que se hace a contrapelo. 
    (Con el chato puñal bajo la almohada 
    la vida, que escapa en soledades 
    las horas de reposo como cuñas 
    mientras los hijos juegan a volverse 
    lo que no serán.) 
 
    Pero decir amor más nos valiera 
    antes que amaine la rutina. 
    Amor para engañar al miedo 
    en la metamorfosis de los búhos 
    el prójimo 
    las burlonas siluetas 
    y el drama cotidiano de una risa 
    decapitada por los dientes. 
    Voy a recuperar el tono de mis primeras frases 
    (aquel crisol de tiempo en que mi médula 
    ardía con el impulso). 
    Si pudiera elegir 
    ocurriría el prodigio. 
    Pero el azúcar se me fue a la espalda 
    la espalda al corazón 
    el corazón a un estuche de rosario. 
    Mi madera es la piel que me estorba. 
    Mi sentencia: cada polvo hecho carne. 
    Si tan sólo ungida de jardines 
    por la resignación tocada 
    a Dios, puesto que lloro, le dijera: 
    traigo en brazos la otra que olvidaste: 
    mi verídico esbozo de mortal. 
    Me subiría al ropero 
    haría inventario de escombrar desalojos. 
    Recuperarme intacta 
    amor 
    un atentado 
    ...si pudiera. 
     
    58 
    Romperse alguna vez 
    caer de fijo al agua 
    cuando el mundo ha tomado 
    lo mejor de uno mismo. 
    Repartirse en las cosas 
    recuperar el centro 
    para que nos conduzcan 
    al verbo sin violencia. 
    Pasará lo que asombra. 
    Mojados de una lava 
    que se acrecienta en fósforo 
    cesará ante el espanto 
    lo que oscila: 
    la inmóvil mano tuya 
    los gritos de aquel hombre 
    la carne que se lava 
    y que siempre se mancha. 
    Todo roto y caído: 
    tus huellas 
    nuestros hijos 
    lo que vendrá después del agujero 
    en párpado y falange. 
    (Perdón. Es que la piedra ya no está en tu zapato 
    la pusieron encima y no puedes salir. 
    Y no te salgas, no 
    porque la astilla 
    tu alma 
    el sembradío 
    están del otro lado. 
    Madera de dos lenguas 
    le hizo casa a tu cuerpo.) 
      
    59 
    A veces, vivir es desandar 
    desentenderse 
    del pronombre común: 
    darle vueltas a una manzana interminable. 
    A veces es sangrar: 
    abre la carne sus consumaciones 
    se precipita en temporal 
    la voz de los mayores inscribe su nobleza 
    entre los huesos. 
    Pero vivir a la intemperie 
    tocar en el muerte del árbol 
    las páginas del tiempo 
    y enmedio del despojo herir de lluvia 
    el brote 
    lo que apenas se anuncia 
    es darles a los designios adhesión. 
    A veces no se cumple: 
    la cauda del deseo rompe el blindaje 
    un velo nos enciega 
    y en los pies se fragmentan 
    toneladas de mundo. 
    Sólo frente a la oscuridad el alumbre persiste. 
    Al borde del abismo 
    quienes aman 
    se sientan a esperar 
    lo que no retrocede.  |