"Dios le ha
dado un rostro y usted se fabrica otro." "Al principio, el autorretrato es un aprendizaje, y luego se vuelve una representación; he aquí como me veo, he aquí como pienso que me ví." Picasso
Cuando hacían
su propio retrato, era al mirarse en un espejo, sin darse cuenta
que ellos mismos eran un espejo. Pintar su propio rostro así como escribir una autobiografía es ya un acto de confesión por él que el artista revela voluntariamente la parte más íntima de su mundo y de su ser. Para unos artistas modernos, la expresión pictórica es un medio no sólo para revelar intenciones personales sino también para mostrar las posibilidades que ofrece el arte para considerar el mundo, para considerarse. Este acto y la complejidad de su significación son tan interesantes como el artista que queremos estudiar. Nuestro análisis quiere conducirnos en el laberinto caótico de la autorepresentación en la pintura de Picasso. ¿Quién no ha oído hablar de este genio del siglo XX, que cambió profundamente la concepción y el destino del arte moderno? Por eso hemos escogido una de las figuras tan mediática, famosa, controvertida y sobre todo ecléctica a la vez del siglo XX y del arte. La diversidad y la inmensidad de su producción artística nos incitó justa y paradójicamente a acercarnos un poco más para ver los temas o voluntades recurrentes - aunque haya muchas - y para entrañar uno de ellos. Abriendo libros, catálogos y recorriendo las salas de los museos de París, Barcelona y Antibes, hemos notado, detrás de los temas tratados, de las investigaciones plásticas, una verdadera intención explicativa y reflexiva a veces humorística para dejar su huella, firmar el cuadro y reflejar su imagen. Es como si, en la pintura de Picasso, hubiera varias maneras de firmar. Partiendo de la constatación de que detrás del cuadro existe una verdadera intención con respecto a la efigie, hemos intentado dar una visión más objetiva de la manera de auto representarse, tomando en cuenta el aura mediático de Picasso, distanciándonos, sin negarles por lo tanto, de los innumerables estudios e interpretaciones. Una de las dificultades mayores encontradas ha sido seleccionar entre la cantidad importante de obras genéricas artísticas o biográficas sobre Picasso. Cabe familiarizarse primero con la biografía del pintor pero alejándose de ciertas interpretaciones anecdóticas que pueden pervertir la realidad y dar una visión demasiado errónea, definitiva, interpretativa y orientada de los elementos biográficos. Para entender la autorepresentación es necesario primero conocer las fases de la vida del artista y la cronología de su producción artística. Además, hacía falta tener bien clara la cronología de los cuadros para intentar, en este estudio, analizar la autorepresentación de la manera más exhaustiva posible y sobre todo con la intención de confrontar las obras las unas con las otras, comparar los periodos, los soportes plásticos. Encontramos artículos esparcidos, documentos y fragmentos de estudio pero no un análisis sintético sobre la autorepresentación y sobre todo la dimensión original del ejercicio en la obra de Picasso. Muy pronto, Picasso hace del retrato un principio, diríamos un motivo de su pintura. La mayor parte de su producción está compuesta de retratos de familiares o de anónimos. La figura humana está al centro de sus preocupaciones artísticas y humanas. Alejándose de las convenciones clásicas y académicas, entiende que lo vivido, las circunstancias son tan importantes, y a veces más, como el tema. Quizás, para Picasso, la originalidad está en la posibilidad que ofrece el retrato de apropiarse el tema, hasta hacerle evolucionar y liberarle del dominio de su creador. ¿Cuál es la idea - si puede que haya una sola - que quiere comunicar en sus autorretratos? Veremos si este tipo de cuadros corresponde con la voluntad del rostro como "reflejo del alma". A la pregunta de saber si el autorretrato picassiano ilustra una meta introspectiva, Itzhak Golberg da una primera pista de respuesta, afirma que Picasso rehúsa la continuidad linear del paso del tiempo en su rostro. Se debe matizar esta idea porque, al estudiar los autorretratos de una manera cronológica y global, notamos una clara evolución. El eclecticismo de Picasso y su complejidad no permiten clasificarle dentro de una categoría de pintores o de pintura. La problemática de nuestro estudio es de ver si en la obra de Picasso los términos de autorretrato y autorepresentación son sinónimos. ¿Pueden asociarse ambos cuando Picasso se representa en su obra? Una vez definidos los términos de autorretrato y de autorepresentación habrá que ver hasta qué punto se puede hablar de autorepresentación en los cuadros que seleccionamos. Antes de definir los dos términos, presentamos el plan de este estudio. Orientamos nuestra reflexión en tres perspectivas. En una primera parte, confrontaremos unos cuadros de juventud con unos últimos, viendo las relaciones que existen entre ambos polos de la vida y de la obra de Picasso y los denominaremos autorretratos tradicionales porque, en ellos, Picasso se representa tal como se ve y sin artificio. Analizaremos primero, en una subparte, la imagen de la juventud orientada hacia la voluntad de afirmarse tanto en la esfera privada como en la artística. Para esto, nos apoyamos en unos cuadros, todos autorretratos tradicionales y seguiremos la cronología, desde la formación académica en Barcelona, pasando por el descubrimiento parisino, hasta 1907, año en que consideramos que Picasso "entierra" el autorretrato tradicional. En estos cuadros, la cara del novato revela la impertinencia de un adolescente y del joven adulto en formación y los autorretratos son como páginas de la autobiografía. Estudiaremos después, en esta misma primera parte y para tener una visión de conjunto con respecto a la vida y al arte, unos cuadros de los veinte últimos años. Aunque la imagen que se ve es más elaborada, ilustran el paso del tiempo inefable y destructor. En la segunda parte del estudio, y para justificar el término de autorepresentación, veremos la dimensión metafórica del ejercicio, estudiando el personaje o mejor dicho, los personajes emblemáticos metafóricos e híbridos que pueblan las autorepresentaciones de Picasso. Veremos, pues, los dobles híbridos y animales. Y en la tercera parte, más sintética, veremos cómo autorepresenta y pone en escena el personaje del creador como protagonista aparte, sea en la pintura o en la foto y cómo se identifica con él. Pondremos de relieve la dimensión más original de la autorepresentación en la obra de Picasso. Para acabar, dedicaremos unas páginas a una conclusión global sobre las ideas desarrolladas en el estudio para aclarar el propósito sobre los limites, los usos, las significaciones y sobre la originalidad de la autorepresentación de Picasso. Vamos ahora a presentar nuestro corpus, las fuentes, los lugares donde fuimos a buscar a Picasso, los libros y los cuadros encontrados. Una de las dificultades mayores, cuando se interesa a un artista como éste, ha sido seleccionar fuentes interesantes y pertinentes pero objetivas para nuestro análisis entre las innumerables que se pueden encontrar a propósito de Picasso. La primera fase de las investigaciones consistió en interesarse en los géneros del retrato y de los autorretratos, para definirles y ver las evoluciones en la historia del arte. Para empezar y sobre todo para familiarizarse con Picasso había que estudiar detenidamente una biografía a la vez más exhaustiva, anecdótica pero objetiva. Muy rápidamente los libros de Pierre Daix, especialista notorio y secretario del pintor en los últimos años se impusieron como los mejores. Hemos visto también con atención el programa Tema del canal franco-alemán Arte que relata la vida el maestro con comentarios y entrevistas de amigos, críticos de arte y familiares. Diríamos que el libro de Pierre Daix ha sido como una de nuestras "Biblias" con el libro de Carsten-Peter Warncke Pablo Picasso 1881-1973 porque da una visión de la obra desde la época de formación hasta 1973. Le ilustran además reproducciones muy buenas. Después de esta primera fase, tuvimos que escoger los libros y monografías más relevantes y específicas, que sean temáticas o genéricas. Uno de los principios era de dejar las biografías o los libros demasiados novelescos de Picasso y su pintura. Sin embargo, nos centramos en unos catálogos de exposición, como Picasso et le portrait publicado en 1996 por Flammarion, después de la retrospectiva "Picasso et le portrait" que tuvo lugar en París, en el Grand Palais del 18 de octubre al 20 de enero de 1997. Leímos también con atención Le dernier Picasso 1953-1973, otro catálogo, publicado por el Centre Georges Pompidou después de la exposición organizada por el museo nacional de arte moderno, por el museo Picasso de París y por la Tate Gallery de Londres entre el 17 de febrero y el 16 de mayo de 1988. Ambos remiten a acontecimientos artísticos conocidos del público. Han sido fuentes de datos interesantes sobre todo desde el punto de vista técnico y artístico. En una segunda fase del trabajo
de investigación y una vez eliminadas las obras poco pertinentes,
ahondamos el tema por la lectura de unas obras más originales
y específicas. A menudo se ven las referencias bibliográficas
una sola vez y luego cuesta procurase el libro. Así hay
que ir de investigaciones en lecturas. En la Biblioteca de Lérida,
por ejemplo, hallamos una monografía de Josep Palau i
Fabre de 1967 que estudia los primeros autorretratos. Es una
obra única y rara ya que fue escrita mientras el genio
sólo tenía unos ochenta años. Paseando también
por el MACBA, Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona,
descubrimos huellas de una exposición de 1997 que presentó
unos últimos autorretratos de pintores modernos como Matisse,
Bacon y Picasso. Y, sobre todo, en la Biblioteca Nacional del
Museo Picasso de París, encontramos libros escritos en
inglés, castellano o francés, vimos el catálogo
razonado de Christian Zervos, con la ayuda de las bibliotecarias
y de Anne Baldassari, conservadora del museo parisino. A través
de este largo recorrido, a veces caótico, descubrimos
cuadros, reproducciones, a veces originales, grabados y fotos
que queremos presentarles aquí para mostrar el genio de
Picasso. Cuando se analiza la autorepresentación en la
pintura de Picasso, no podemos ignorar unos cuadros decisivos
como El autorretrato azul de 1901, El autorretrato precubista
de 1907 o El autorretrato ante la muerte de 1972 que pertenecen
ahora al inconsciente colectivo. Pero, a parte de estos, hemos
seleccionado unas obras menos conocidas y realizadas sobre diferentes
soportes como la foto, el grabado, el óleo, el dibujo,
obras más raras y únicas pero interesantes de estudiar.
Presentamos estos cuadros en este estudio. Queda el problema
de las reproducciones. Hemos apreciado ciertos cuadros en los
museos, como es el caso para los autorretratos de adolescencia
que se pueden ver en el Museu de Barcelona, los cuadros de principios
de siglo, como El autorretrato azul, que están en el Museo
Nacional de París o unas obras de los años 1930
y 1940 que vimos en el Museo de Antibes. En este caso, pudimos
confrontar la obra original con las reproducciones de los libros.
Sin embargo, otras veces no tenemos otra percepción que
la de las reproducciones, por eso, cuando fue posible, había
que comparar varias de un mismo cuadro. En estas páginas,
se pueden encontrar, pues, algunas reproducciones en color y
otras sólo en blanco y negro. El autorretrato es un modo de experimentar la pintura del rostro humano sin que haya un modelo exterior, sin que nadie mande nada. Fusionan las dos instancias del pintor y su modelo ante el espejo que fusiona asimismo con el cuadro. En la definición del término autoportrait en Petit Larousse de la peinture vemos que hay dos tipos de autorretratos. El primer es llamado "profesional" en el que el artista intenta glorificar su imagen y su estatuto porque se representa en el ejercicio de sus funciones. En el segundo tipo " fisiológico" o "personal" el hombre se está mirando. El autorretrato, en este caso, es para su creador, una exaltación, un proyecto individual. El individuo ocupa el sitio predominante en el espacio pictórico. Pintarse es una manera de fijar la figura humana para que acceda a la eternidad del arte. Encontramos unos cuadros, en la época de formación y en los últimos años, que corresponden con esta definición y que podemos llamar autorretratos tradicionales. Así, en la primera parte del estudio sólo aparecerá el término de autorretrato. Pero hay otros tipos de cuadros, en los que el artista emprende un reto contra sí mismo, quiere pintar a la vez su leyenda personal y el mito de la Pintura. Se sirve de su imagen y de su arte para ostentar su vocación y sus dones. ¿Podemos hablar de autorretrato en este caso? Es justamente la pregunta que nos hacemos en este estudio. En la obra de Picasso, esta voluntad de autorepresentarse se traduce también por una reflexión especular en la que el creador no sólo se pone en escena sino que ilustra asimismo los mecanismos de la creación, interpretando las obras de grandes maestros y buscando apropiarse la identidad de sus modelos y de la figura del pintor. Solemos pensar que crearse corresponde con el deseo personal de dejar una huella eterna con una función catártica y narcisista evidente en la pintura de Picasso que desarrollaremos en estas paginas. Confrontaremos los autorretratos tradicionales con las autorepresentaciones que consideramos como los cuadros en los que pone en escena su imagen. Veremos, pues, que en estos cuadros Picasso establece un diálogo entre el creador y su cuadro. Las tres orientaciones principales de lo que llamaremos "la autorepresentación en la pintura de Picasso" son para nosotros las siguientes: se pueden aplicarlas a las obras de Picasso que presentamos aquí. Distinguimos primero el autorretrato tradicional, con sus valores tradicionales de relato de una vida y de reproducción fiel de su propio rostro. Luego es un manifiesto como lo define Pascal Bonafoux, que le permite al artista representarse como pintor del gran teatro de la vida metamorfoseado por su arte. En este tipo de cuadros que llamaremos más bien "autorepresentaciones" Picasso juega con su rostro como lo hiciera con cualquier modelo sea éste humano o no. Por fin, veremos que autorepresentarse es un acto sumamente narcísico. Pascal Bonafoux utiliza una imagen muy interesante, diciendo que, para pintarse, el creador tiene que mirarse de antemano ante el espejo que es metáfora de la creación. Cada cuadro es una reinvención de la pintura que es la verdadera musa del artista. Por la autorepresentación busca darle un rostro. Preferimos llamar este estudio "La autorepresentación en la pintura de Picasso" en vez de "El autorretrato en la pintura de Picasso" porque el término de autorepresentación es más amplio y porque nos permite estudiar en paralelo y confrontar los autorretratos tradicionales con los cuadros, las autorepresentaciones, en las que coexiste el principio de creación plástica con el proceso de puesta en escena. Nuestro estudio quiere mostrar que no hay una sola forma de autorepresentarse. En los cuadros estudiados, Picasso realiza uno de sus fantasmas, proyectarse en el secreto de su creación y más allá del simple modelo y del referente del cuadro. A lo largo de este estudio veremos que el autorretrato tradicional de Picasso es también autorepresentación pero que toda autorepresentación no es forzosamente un autorretrato. Será el hilo conductor de este análisis Vamos a explicar la evolución del autorretrato como subgénero del retrato en la historia del arte en las páginas que siguen antes de empezar el verdadero estudio. ¿Cuándo se representa en su pintura, de quién habla más? ¿De él o de su pintura? |
Introducción general El autorretrato tradicional: la imagen de sí mismo a b c el inevitable e implacable enfrentamiento consigo mismo a b c d e Los dobles híbridos y las imágenes disfrazadas a b c a b c d Síntesis: El creador I. La imagen legendaria del pintor con sus atributos a b c |